De todas las personas en el mundo y de todos los cines que podía tener esa ciudad, precisamente habían ido a ese donde había podido permitirme olvidar lo que había pasado en la cena, verle, encontrarle sumido en ese rol de familia feliz. Así que, fue bastante obvio lo que hizo Fabrizio, me dejó en mi hogar en cuanto me vio la cara. Lo había intentado una vez, pero aquella noche parecía que todo se estaba confabulando en nuestra contra.
Me quité los zapatos y me obligué a mí misma a no seguir el impulso de meterme en la cocina y desaparecer entre toneladas de comida. Cerré mis ojos queriendo saber qué diablos podía haber pasado mal. De todas las películas había tenido que escoger esa. De haber sido otra, ni tan siquiera les hubiésemos visto, pero no, yo tenía que escoger una película familiar.
Pasé mis manos por mi cara y me tumbé en el sofá intentando no pensar en nada que pudiese desestabilizarme, pero en ese mismo momento solo tenía la imagen del rostro de Felipe grabada en la retina al igual que ese horrible malestar cuando Fabrizio me había dado el último beso en su coche.
Me odiaba, odiaba mi suerte y a todo lo que tuviese que ver conmigo. Así que, agarrando el cojín más cercano, comencé a gritar contra el mismo para no despertar a ningún vecino.
Conseguí liberarme un poco. Esa angustia había pasado de ser asfixiante a tan solo notable por lo que era un gran avance. Así que, para intentar librarme momentáneamente de ella hasta que me metiese en la cama, fui a la cocina y me hice con un bote de helado para emergencias. Podía haber comido miles de cosas, pero necesitaba algo lo bastante contundente y dulce como para lograr calmarme aunque fuese tan solo un segundo.
Llené una cucharada y empecé a comer con el mismo ansia que recorría mis venas hasta que llamaron a la puerta. Resoplé pensando que podía ser Fabrizio y no quería verle en ese momento, tampoco a Daniela pese a que era mi mejor amiga. Lo único que quería era que me dejasen en paz, así que con un poco de fortuna, fingiendo que no había nadie en casa, podría comer sin tener espectadores.
Solo necesitaba tranquilidad, nada más. Así que si me centraba en mi helado, el mundo volvería a desaparecer como siempre que había estado sentada en el sofá por la noche, sola, cuando mi ex había terminado por destrozar todo rastro de lo que había sido en algún momento.
Debía reconocerme que lo peor que podía hacerme a mí misma, era seguir ahogándome en un universo de recuerdos que no me reportarían nada bueno. Si tan solo la puerta hubiese dejado de sonar hubiese sido más difícil. Con ese timbre constante perforando mi tímpano, resultaba imposible.
Me levanté y abrí la puerta encontrándome a Felipe, nada más y nada menos. Sus ojos estaban cargados de una emoción que no supe reconocer. Mi cerebro intentó procesar lo que estaba ocurriendo. Lo primero que él estuviese allí después de lo que había pasado la última vez que había cruzado el umbral de mi casa.
—¿Ha pasado algo? —pregunté temiendo que estuviese allí por algo que tuviese que ver con Aurora.
Asintió y sin esperar a que le invitase, entró en la casa como si la conociese igual de bien que la palma de su mano. Se quitó el abrigo y cerré la puerta pensando que aquello tomaría tiempo aunque una angustia aún mayor estaba atenazando mis nervios.
—¿Aurora está bien? ¿Hice algo que la hirió? —pregunté necesitando respuestas cuanto antes.
—Sí, sí... ella está bien —añadió secamente moviendo una mano en el aire como si fuese algo incluso obvio que no estaba allí por eso, pero si no era así, ¿por qué estaba allí?
—¿Entonces? —Me miró igual que sino entendiese nada de lo que estaba pasando—. ¿Por qué estás aquí? —intenté explicar.
Enarcó una de sus cejas volviendo a observarme igual que si yo me hubiese escapado de algún mundo paralelo o a saber. Tenerle allí era como recordar lo que había pasado días antes y la bilis empezaba a acumularse con ganas de hacerme vomitar. Estaba allí, en el mismo lugar que la otra vez y temblé de pies a cabeza solo de recordar una vez más lo que sucedió.
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Por accidente
RomantikSole no es la misma que era. Después de su ruptura se niega a intentar vivir la vida, pero tiene a Daniela a su lado, una chica que se niega a aceptar que su amiga se hunda en la miseria. Así que usa su influencia para sacarla de su zona de confort...