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–-Qué flojera.

Habló Emilio, quién estaba recostado en la cama aún destendida de su pequeño novio, el reloj blanco que había en la pared indicaban las 7:26 a.m. Joaquín estaba frente a su espejo redondo y pasaba un pequeño cepillo con gel por sus cejas, peinándolas.

–-¿Aún tienes mucho sueño, amor?

—¿Me puedo quedar aquí? —respondió flojo con otra pregunta y se acurrucó entre las sábanas, cuidando de no subir sus pies, ya que no quería ensuciar con sus tenis, —un ratito —susurró.

El menor sonrió y tomó ahora un gloss rojizo, llevándolo a sus gruesos labios y poniendo un poco en ellos.

—Levántate porque sino te vas a quedar dormido y te va a dar más flojera. —dijo, frunció el ceño cuando no escuchó la voz del rizado de vuelta y tapó el gloss, dejándolo en su lugar y volteando hacia su cama.

El pecho de Emilio subía y bajaba con calma, sus ojos estaban cerrados y sus labios entreabiertos, soltando silenciosos ronquidos.

Estaba dormido.

—¿Emilio?

Sin respuesta. Realmente estaba dormido.

Joaquín no evitó la sonrisa que se formó en su rostro y caminó lentamente hasta llegar frente a la cama.

—Amor, llegando puedes dormirte —habló quedito y tocó con su dedo la suave mejilla de su novio —Emilio, por favor, ¿sí?

El mayor frunció el ceño molesto y gimió. Sus ojos comenzaron a abrirse poco a poco y miraron al ángel frente a él.

—¿Me cargas?

Bebé.

—Mi vida —habló con ternura Joaquín y se agachó para dejar un besito en la frente del mayor, éste sólo lo seguía con su mirada cansada pero llena de amor —lo haría pero sabes que no te puedo, Emi.

Joaquín quería tomarlo y apretarlo entre sus brazos fuertemente, protegerlo y besar todo su rostro con delicadeza. Quería que Emilio durmiera en su pecho todo lo que quisiera, pero no era el momento. Tenían que ir a la escuela.

—Anda, levántate, llegando nos dormimos abrazaditos, ¿okay?

Emilio asintió sin pensarlo y no le quedó de otra más que enderezarse, suspirar y ponerse de pie.

El mayor había llegado temprano a casa de su pequeño, no durmió ahí, sin embargo. Sólo querían irse juntos, tomar el autobús juntos y entrar a la prepa juntos. Así que llegó, ayudó un poco a Joaquín a maquillarse y luego se echó al, realmente, cómodo colchón.

Tenía mucho sueño, no importaba si era más tarde de lo común, él tenía el mismo sueño siempre que se levantaba temprano. Pero Joaquín tenía razón, si les iba a bien y no les dejaban tantas tareas, podrían tomarse un par de horas para tomar una siesta, abrazaditos.

Con ese pensamiento en su cabeza besó los labios de su novio llevándose un poquito de gloss y tomó su mochila del piso, colocándosela para luego sonreírle a Joaquín.

—Estoy listo.

—Deja busco un suéter, ¿me esperas abajo o-

—No, aquí te espero, amor.

Joaquín asintió, fue a su clóset y tomó el suéter rojo que había comprado aquella vez en el centro comercial, era un suéter bonito y realmente abrigador, así que lo amaba. Se lo puso, arregló sus rizos y se colgó su mochila en uno de sus hombros.

makeup [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora