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Joaquín yacía sentado en una de las sillas del comedor, un marcador morado pastel en su mano, un cuaderno abierto y varios lapices en la mesa frente a él.

Apretaba con sus labios la punta de su lengua, en señal de concentración, en sus orejas estaban sus audífonos, con música lo suficientemente baja para escuchar la voz de su madre llamándole.

–-Mande, mami –-respondió pausando la canción que estaba reproduciéndose y mirando a la mujer recargada en el desayunador.

—¿Te puedo preguntar algo, hijo?

Joaquín se puso nervioso.

—C-Claro, mamá—dejó su marcador sobre el cuaderno y le prestó más atención.

Elizabeth suspiró y no dijo nada por unos segundos, hasta que volvió a suspirar y comenzó a hablar.

—Mira, Joaquín —dijo y lo miró fijamente —la vez pasada me enteré que ya habías tenido sexo con Em-

—No- mamá —dijo rápidamente el menor, sonrojándose y desviando su mirada —no, de eso no quiero hablar, yo-

—Joaquín —advirtió la mujer —esta es una charla seria, ¿okay?

—Mamá, es vergonzoso —dijo con en voz baja y suspiró.

Vale, sí, fue él quién lo arruinó diciéndole que ya tenía sexo con Emilio, pero, vamos, seguía siendo vergonzoso, mucho.

—Es que, Joaco —Liz se acercó a su hijo y se sentó en la silla a su lado —mírame.

Joaquín lamió sus labios y pasó saliva, mirando a su madre, aún con sus mejillas rojizas.

—¿Mhj?

—Hijo... a lo mejor la vez pasada no reaccioné de la mejor manera, ¿sí? pero- ya hablando en serio y con más calma... —dijo y continuó —¿Cuándo fue la primera vez?

Okay, Joaquín no podía más.

—M-Mamá, no voy a decirte eso, dios mío.

—Hijo, soy tu madre, y me preocupo por ti y quiero que me tengas confianza. Conozco a Emilio, ha sido tu novio ya hace más de un año, ha venido aquí tantas veces, conozco a su familia, nos llevamos bien. Y confío en él, Joaquín, como confío en ti pero de verdad me gustaría saber desde cuándo es que ya tienen relacio-

—Ma —interrumpió el menor y suspiró.

No era fácil.

—¿Mande, Joaquín? —preguntó suavemente, con paciencia.

Y Joaquín recordó.

— Hace algunos meses —susurró tímido y comenzó a jugar con sus dedos, nervioso.

—Joaco... ¿no crees que están muy chicos? —soltó Liz y su hijo lo miró con el ceño fruncido —sé que son novios y se aman mucho pero el paso que dieron fue muy importante, quizá si se hubiera esperado algunos años más, Joaquín, no sé...

A veces realmente se lo preguntaba, claro que lo hacía. Tan sólo tenía dieciséis años y Emilio diecisiete, ambos lo habían platicado varias veces antes y estaban dispuestos a entregarse al otro, pero ¿de verdad estaban tan chiquitos? ¿Estuvo mal? ¿Debieron esperar más tiempo? Joaquín no sabía qué pensar. Él se había sentido bien, él no se sintió pequeño, ¿lo estaban?

—Ambos queríamos hacerlo, ma—habló bajito y la miró —ambos q-queríamos.

—Lo sé, Joaquín, pero... apenas vas a cumplir diecisiete, hijo, ni siquiera mayor de edad eres y-

makeup [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora