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–-¿Qué opinas sobre que mañana vamos de nuevo a la escuela, amor de mi vida?

–-Cállate.

—Ora, ¿por qué el agravio?

Joaquín rodó los ojos y lo miró.

—No quiero ir —susurró y pasó saliva, acercándose a Emilio, y pasando sus brazos a la espalda de éste, abrazándolo y recargando su mejilla en su pecho.

—¿Por qué no, Joaco? —preguntó confundido el rizado abrazándolo de vuelta.

Joaquín estaba nervioso. Y no es que sea así siempre, porque de hecho siempre iba feliz a la preparatoria, siempre entrando con una hermosa sonrisa adornando su rostro y sus ojitos brillosos. Tenía amigos, amigas, de hecho él y su novio se llevaban bastante bien con los profesores (algunos), pero esta vez estaba nervioso y un poco de temor andaba en su pecho.

Y es que, él quería... joder, él quería maquillarse.

Pero le daba miedo, por supuesto que le daba miedo, porque nunca había ido con maquillaje en su rostro a la escuela, y podía sólo no ponerse absolutamente nada pero si le preguntaban, él quería... realmente quería hacerlo.

Joaquín subió su mirada y miró la barbilla de Emilio, se alejó y lo miró correctamente.

—¿Qué tal si se burlan de mí? —preguntó temeroso, su voz un poco entrecortada.

El rizado relajó su ceño fruncido y llevó sus manos a las mejillas de su pequeño, mirándolo fijamente.

—Mi amor, no lo van a hacer —comenzó y lamió sus propios labios —y si lo hacen que se vayan a la mierda.

Joaquín sonrió levemente y suspiró.

—Aparte tú no estarás conmigo y... y sé que yo puedo defenderme, que no necesito a nadie más que lo haga, y sé que tú siempre me defiendes pero eso no quiere decir que yo no puedo hacerlo solo, entonces-

—Bebé, hey, tranqui, Joaco —le interrumpió Emilio. —Por supuesto que tú puedes defenderte solo, amor, por supuesto que sí y eso no lo tiene que dudar ni tú, ni yo, ni nadie, porque tú eres muy valiente, ¿sí, Joaquín? eres un guerrero muy bonito, claro que no necesitas a nadie más, si yo te defiendo es porque te amo, y mi instinto sólo... va solo, —rió bajo y continúo —si se burlan de ti es porque te tienen envidia, porque tú eres la persona más preciosa del salón, de la prepa, de la ciudad, del país, del continente, de todo el puto mundo —pronunció perfectamente la última frase, queriendo ser claro.

Joaquín miraba a Emilio con un brillo en los ojos, un brillo que sólo lo tenía cuando miraba a su novio. Porque no podía creer que Emilio eran tan malditamente hermoso, en todos los sentidos, sólo... era una persona increíble, una persona maravillosa, un ángel. Un ángel que siempre encontraba las palabras exactas para hacerlo sentir tan bien, tan amado.

El menor negó con la cabeza sin quitar su sonrisa y lamió sus labios.

—Eres tan bonito, Emilio, de verdad.

Las mejillas del mayor se sonrojaron y sonrió tiernamente, bajando su mirada.

—Tú lo eres más —Joaquín se acercó y lo abrazó de nuevo, con fuerza. —Vas a ver que te va a ir muy bien, mi amor. Nos veremos en receso y en horas libres que tengamos, ¿okay?

Joaquín asintió sin decir nada y continuó abrazándolo.

Tenía que estar tranquilo ahora, aún le quedaba ese día libre y quería disfrutarlo, sin presiones, quería aprovecharlo porque no sabía lo que la preparatoria le traería, ya lo veía venir: miles de tareas, trabajos, exposiciones, exámenes. Oh mierda, razón número mil quinientos veintiocho para no querer volver, Joaquín definitivamente no quería volver.

—¿Qué tal si vamos a la sala y jugamos un juego de mesa o algo? —Emilio se separó y lo miró —¿Mmh? Cálmate, cariño, todo va a salir de puta madre, vas a ver.

—¿Y si no?

—¿Y si sí?

Joaquín sonrió feliz. Amaba tanto a su novio.

makeup [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora