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–-¡Guapo!

Dijo Elizabeth cuando miró a Emilio.

—¿Verdad que quedé bien chulo?

Joaquín sonreía al ver a su novio presumiendo su rostro, rostro que él mismo había maquillado.

—Claro que sí, Emilio.

—Debo ser honesta —comenzó Renata mirando a su cuñado —Joaquín maquilla mejor que yo y que mis amigas las que según se creen maquilladoras profesionales, me humilló. Nos humilló.

El menor se sonrojó y sonrió aún más.

—Es que mi pequeño bebé es un genio en esto, por eso ahora lo maquillaré yo a él —dijo Emilio y caminó hacia Joaquín, abrazándolo con fuerzas.

—Ay, no, vas a arruinar la carita de mi hermano, vete a la... —se dio cuenta de la mirada de Liz y continuó —a la allá.

—No la voy a arruinar, porque ya aprendí cómo rizar las pestañas —dijo orgulloso.

—¿Y eso qué? Hablo del maquillaje en sí, no del rizador.

—Bueno, ya basta —dijo Elizabeth —mejor tomen, cenen y váyanse a seguir maquillándose ustedes —les tendió un plato mediano con galletas en él y después de que Emilio lo tomó les tendió también dos vasos de leche —Se me duermen temprano.

—Sí, mami.

—Sí, suegra.

Y se fueron. Caminaron hacia las escaleras y subieron con cuidado de no derramar la leche de los vasos. Cuando llegaron a la habitación Emilio puso el plato y uno de los vasos que cargaba en la mesita de noche, Joaquín dejó el otro.

—Sí confío en ti, amor —soltó el menor.

El rizado medio sonrió mirándolo —Ya sé, bebé, pero ¿a qué te refieres?

—O sea, confío en ti en todos los sentidos del mundo, pero en este caso, confío en ti para que me maquilles, sé que lo harás bien. 

Su novio sólo sonrió más y lo abrazó fuertemente por la cintura, Joaquín se lo devolvió pasando sus brazos por su cuello.

—Te amo mucho, gracias, Joaco.

—No hay nada de qué agradecer, Emi.

—Bueno, ¿quieres empezar ahora o ya que cenemos? —preguntó el rizado cuando se separaron.

—Mmmh —pensó —yo digo que mejor cenemos, y luego me maquillas ¿okay?

—Me parece perfecto.

Así que se sentaron en la cama en la misma posición en la que estaban antes pero un poco más cerca a la mesita de noche, y Emilio tomó una de la galletas con chispas de chocolate y la llevó hacia los labios de su pequeño, éste los abrió y mordió la galleta. Luego el rizado hizo lo mismo.

—Saben muy buenas —dijo Emilio —¿Las hizo Liz?

—Creo que sí, Renata quería hacer desde hace mucho.

Emilio estiró su mano para tomar un vaso de leche y se lo acercó también a los labios de su novio y éste bebió un poco del líquido, dejando restos por encima de su boca.

—Tu bigotito —dijo Emilio sonriendo.

El menor río y pasó su lengua para quitarlo.

Y así continuaron, Emilio dándole galletas a su novio en la boca y viceversa, hasta que se las acabaron y decidieron continuar con el maquillaje de Joaquín.

makeup [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora