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Ambos chicos estaban de pie, uno detrás del otro y sus manos estaban entrelazadas flojamente.

Estaban formados en la fila del banco, un papel se encontraba en cada una de sus manos, era el código para recoger el dinero de su beca de dos meses.

–-No mames, ya me harté –-dijo Emilio y miró a su novio con un puchero en sus labios —ya, nomás nos den el dinero y luego luego a la plaza.

—Acuérdate de tus libros también—mencionó el menor.

El rizado frunció el ceño e hizo una mueca —Bueno, también. Pero eso no es lo importante.

—Amor, se supone que la beca es para eso-

—Bebé, no lo estamos gastando en drogas o algo así,  —comenzó a decir —malo sería si sí, es ropa, la gente necesita ropa, eso no está mal.

Joaquín se quedó callado y sonrió poco a poco, apretando el agarre de sus manos.

—Bueno, sí, tienes razón.

—Por supuesto que sí, amor.

Así que eso hicieron. La mujer del banco les tendió los billetes y no lo pensaron más de dos veces cuando ya estaban caminando a la plaza que siempre iban. Iban a comprar ropa, por supuesto que lo harían.

Amaban hacerlo, no lo negaban.



—¡Oh, mira, ese es Diego! —habló con sorpresa Emilio cuando entraron a Pull&Bear y notó a su amigo a unos metros —deja voy a ver la ropa de allá, ¿la ves tú aquí? —preguntó suavemente a su novio, quien saludaba de lejos a Diego con la mano.

—Sí, amor, quiero ver si hay algunos croptops.

Emilio besó con un chasquido la suave mejilla de Joaquín y caminó después hacia el lado derecho de la tienda, en donde se encontraba Diego.

—He, wey —saludó cuando llegó a su lado.

—¡Emilio!

—¿Qué pedo? Creo que la última vez que te vi fue cuando me dejaste plantado —dijo Emilio y rió, comenzando a mirar las sudaderas frente a él.

—Nos vimos después de eso, Emilio —contestó Diego —y ya te pedí perdón.

—Yo no dije lo contrario.

El chico de cabello rubio entrecerró sus ojos y miró a su amigo —Wey, era mi novia.

Emilio frunció el ceño y se enderezó para fulminarlo con la mirada.

—Wey, era Harry, ¿quién en su santo juicio prefiere a su novia que a Harry? Nadie, sólo tú.

—Emilio, tú hubieras hecho lo mismo, no te hagas pendejo —se acercó Diego a Emilio y lo miró —estaba muy enferma, su mamá no estaba y no quería dejarla sola, yo acá divirtiéndome y Ale allá mal. Tú harías lo mismo por Joaquín, no me digas que no.

Emilio frunció el ceño aún más sin dejar de mirarlo.

¿Él hubiera hecho lo mismo?

Si Joaquín se sintiera mal, si tuviera temperatura alta y dolor de cabeza, si le doliera su pancita ¿lo dejaría ahí? ¿se iría tranquilo sabiendo eso?

Suavizó su ceño y pasó saliva.

Por supuesto que no sería capaz de dejarlo ahí, joder.

Pero era Harry Styles.

Pero era su novio. Su precioso novio que tanto amaba y que nunca lo dejaría solo.

Pero.

—Vete a la mierda, Diego —fue lo único que pudo decir y continuó mirando las sudaderas.

makeup [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora