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Emilio se encontraba sentado en el sofá beige de la casa de su novio, sus piernas estaban cruzadas y miraba a su suegra, quien se preparaba para salir.

–-Me cuidas a mi hijo, eh –-mencionó Liz y tomó su bolso tinto —voy a llegar a las siete y si es que a las ocho a más tardar, así que no crean que van a estar solos.

—No creía eso.

—Claro, Emilio. No creas que la vez pasada me creí su pretexto de que hacía frío, si sí los escuché —reclamó —les dije que no hicieran nada malo y ahí van.

El rizado frunció el ceño y miró a Elizabeth.

—Liz —llamó  —No hicimos nada malo, ya te dijimos-

—Emilio, tuvieron relaciones en su cuarto, sin vergüenza alguna.

Emilio frunció aún más su ceño —Pero Elizabeth, eso no es nada malo, sólo- joder, somos novios.

Okay, lo dijo.

—Y el que sepas que Joaquín y yo ya tenemos una vida sexual no quiere decir que tengamos sexo todo el tiempo, en todos lados. Esa vez... se dio y pues sólo- pasó —continuó diciendo y Liz suspiró.

—Emilio-

—Mira, —interrumpió y tomó una profundamente respiración —sé que es tu hijo, que lo amas y que lo quieres cuidar y darle lo mejor, pero hey, se te olvida que yo también lo amo, con toda mi alma, y yo también quiero cuidarlo, nunca lo lastimaría, ¿okay? por si esa es tu preocupación. Probablemente no te dije mucho la vez que hablamos pero es que estaba muy nervioso. Pero ahora te lo digo, —continuó hablando y se reacomodó en el sillón, pasando saliva —amo a Joaquín con todo mi corazón, Liz, tener relaciones no es algo malo, porque te juro que nunca lo he lastimado ni he hecho algo que no quiera, ni lo haré nunca, te lo prometo.

De acuerdo, lo soltó. Lo hizo.

—E igual perdón por la otra vez, si te molestó, neta te pido una gran disculpa, nos dejamos llevar.

La mujer suspiró y se quedó en silencio por unos largos segundos. Segundos en los que Emilio sólo pensaba en salir de ahí y subir a la habitación de su niño para abrazarlo y darle muchos mimos. Pero no podía dejar ahí a Elizabeth, necesitaba saber lo que estaba pensando.

—Emilio —le llamó y volteó a mirarla —no me molesta, sólo que fue todo de repente, pero tienes razón, —dijo y el rizado frunció el ceño, eso había sido fácil — sólo me había tomado por sorpresa, ¿sí? pero está bien, tienes completamente toda la razón.

Y volvió a respirar.

—Sólo prométeme que se están cuidando, Emilio —pidió la mujer.

—Sí, Liz, todo con cuidado, te lo juro.

Ya sáquenme de aquí, puta madre.

Bueno, ya me voy. Cuídense, de todas las maneras posibles, Emilio, por favor. Voy a llegar a las ocho, se hacen de comer algo, si salen vayan con mucho cuidado, ¿sí? cuida a mi niño y tú también cuídate.

Elizabeth no mentía. Su hijo era Joaquín, claramente le preocupaba y no era fácil saber que ya no era un chiquito como hace años, que era una persona que se valía por sí mismo y sabía perfectamente lo que hacía. No, no era fácil, pero sabía que tenía que dejarlo, que tenía que dejar que creciera y conociera, y también sabía muy bien que Emilio estaría para él siempre, que ambos se apoyarían y amarían mutuamente.

Después de todo Elizabeth los amaba con todo su corazón, a ambos.

Así que cuando la mujer cerró la puerta, Emilio no lo pensó dos veces cuando ya estaba subiendo las escaleras hacia el piso de arriba, caminó a la habitación de su niño y abrió sin tocar la puerta, encontrándose a Joaquín frente a su clóset con una toalla en su cintura, su cabello húmedo y pequeñas gotas de agua que resbalaban por su cuerpo.

makeup [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora