39

2.5K 329 328
                                    

Estaban apenas entrando por las enormes puertas del centro comercial al que iban a ir a desayunar cuando el corazón de Joaquín comenzó a latir más rápido de lo habitual.

Había mucha gente.

¿Por qué las personas salían tan temprano? Mierda.

Iban y venían de un lado a otro, en sus manos había bolsas de diferentes tiendas o simplemente iban acompañados. Y Joaquín no... no. Era demasiado, no podía.

De sus labios no salió ni una palabra, aunque su corazón no paraba de latir cada vez más rápido. Su mano que estaba entrelazada con la de su novio comenzó a sudar y Emilio se dio cuenta al instante, lo miró aún sin dejar caminar y frunció el ceño cuando vio a Joaquín algo pálido.

Estaba teniendo mucha ansiedad, ¿de acuerdo?

–-¿Qué tienes, amor? –-preguntó suavemente y se detuvieron cuando ya estaban frente al restaurante al que iban, Joaquín pasó saliva y se acercó lo más que pudo a él —¿te sientes mal?

—No —apenas pudo decir el pequeño y suspiró para luego llevar ambas manos al pecho de Emilio y acariciarlo para así poder calmarse un poco, el rizado llevó las suyas a la cintura de Joaquín y lo sostuvo contra él —¿Desde cuándo hay... —comenzó a hablar y suspiró de nuevo —¿Desde cuándo viene tanta gente aquí tan temprano? Yo- creí que no habría tanta gente.

Emilio miró por sobre el hombro de su novio y observó.

—Es sábado, cariño —miró de nuevo a Joaquín y acercó a su rostro hacía él hasta que las puntas de su nariz casi rozaban —Dime qué está mal —susurró lo más delicado que pudo y esperó paciente.

Joaquín lamió sus labios y pasó saliva, de nuevo.

—Yo- es que —comenzó a hablar con voz entrecortada y Emilio frunció aún más su ceño, realmente preocupado —me está entrando mucho p-pánico.

Se alejó un poco de su novio y llevó una de sus manitas a su frente, limpiando un poco el sudor que estaba en ella.

—Amor —habló Emilio y miró de nuevo al frente, observando a su madre, quién los miraba desde la entrada del restaurante con una expresión de confusión y preocupación a la vez, regresó su mirada a su pequeño y llevó ambas manos a sus mejillas, mirándolo fijamente a los ojos —¿Pánico de qué, Joaquín? Háblame.

La respiración de Joaquín era agitada, aunque entre más miraba los ojitos preocupados de su novio, más se tranquilizaba.

—Tengo miedo —soltó y antes de que Emilio hablara, continuó —y me molesta tenerlo, porque se supone que yo ya había superado eso, yo- se supone que ya no tenía miedo y se supone que ya no me importaba la opinión de los demás, pero al parecer no es así porque justo ahora mi cuerpo está lleno de pánico y de mucho... mucho miedo.

Sus ojos se humedecieron cuando terminó de hablar y un puchero comenzó a formarse en sus labios rojizos.

¿Por qué tenía miedo? ¿por qué le importaba tanto lo que decían las demás personas de él? ¿por qué el miedo había vuelto?

—Amor.

Joaquín subió su mirada y miró los ojos de Emilio. Se encontraban rojos, en señal de que estaba aguantando lágrimas, de que estaba intentando detenerlas.

Le dolía.

Le dolía ver a su Joaquín otra vez de esa manera, le dolía ver tanto miedo en aquellos ojos tan bonitos que tanto amaba ver brillar de felicidad. Le dolía ver su carita de terror, de temor a ser juzgado.

makeup [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora