17

5K 535 232
                                    

–-No puedo creer que no hayamos comprado ni madres, Joaquín.

—Amor, todo costaba súper caro, tampoco somos ricos, hay cosas más importantes que podemos comprar con $1,200 pesos.

Emilio frunció el ceño e hizo un puchero, mirando sus manos. Ambos se hallaban sentados en la cama de éste.

—Pero es que estaba bien bonita, neta te la quería comprar.

—Emi -—le llamó y lo miró a los ojos, acercándose hasta subirse en su regazo, el rizado lo sostuvo de la cintura y lo acercó más a él. —No ibas a gastar en eso, ¿sabes lo que podemos comprar con todo ese dinero? Un montón de cosas, un montón de ropa, lo que sea. Podemos buscar otra marca mas económica, tipo Bissú o Colour Pop-

—Amor, no sé de qué estás hablando —interrumpió Emilio —pero sí tienes razón, deberíamos de buscar más.

Joaquín sonrió mirándolo con mucha ternura y acercó su rostro hacia el de él, juntando sus frentes.

—Te amo —susurró el menor. —No necesitas comprarme algo tan caro, no lo necesito. Con el simple hecho de amarme y que me apoyes en mis gustos y... todo, eso es lo único que importa, que me ames.

Emilio pasó saliva y sonrió, suspirando.

—Tú siempre sabes qué decir, mi amor. Siempre... —suspiró de nuevo y y negó con la cabeza —eres tan irreal, tan perfecto, no puedo creer que estés en mi vida.

—Emi.

—Te amo, Joaco, te amo muchísimo. Siempre vas a contar conmigo, no importa qué sea, aquí voy a estar siempre dispuesto a ayudarte, a apoyarte, a hacerte feliz, a amarte, ¿okay? Siempre.

¿Podía Joaquín siquiera tener más lágrimas?

—Dios, Emilio.

Se acercó a su novio rápidamente y colocó sus labios sobre los de él, besándolo con fuerza, con ganas, con tantas jodidas ganas.

Besarse siempre va a ser de sus cosas favoritas, una de tantas que les gustaban hacer juntos. Simplemente el probar los labios del otro, saborearlos, morderlos, lamerlos... se sentían tan bien, tan libres, tan amados, y no querían dejarlo de hacer nunca,

—Me encantas —susurró Emilio respirando agitado, lamiendo sus propios labios y sintiendo el sabor de durazno, como el bálsamo labial de su pequeño. —Me encantas, puta madre. ¿Cómo puedes gustarme tanto? ¿Cómo puedo tener tanto amor para ti, mi amor? Te amo, te amo, te amo.

Joaquín sonrió y llevó sus pequeñas manos a las mejillas suaves del rizado, acariciándolas.

—Te digo exactamente lo mismo, Emi —dijo y parpadeó para alejar las lágrimas —te amo, pero te amo así mucho, mucho.

Eran tan felices, y por más que las personas no estuvieran contentas con su relación o reciban comentarios ofensivos, ellos no dejarían de estar juntos, no dejarían de besarse cada que podían ni mucho menos dejarían de amarse. Nunca.

—Esta cama me trae unos recuerdos bien bonitos —habló de repente Emilio, acariciando los pequeños ricitos de Joaquín y haciéndoselos hacía atrás, —bien bonitos. —recalcó.

El menor se sonrojó tiernamente y bajó la mirada, su mente trayendo aquel recuerdo de hace un año.

—Aquí hicimos el amor por primera vez —habló suave, con un poco se vergüenza, sus manos ya habían bajado al pecho de Emilio, jugando nerviosamente con su sudadera.

—Así es, Joaco —dijo el mayor, mirando con ternura a Joaquín, que seguía con sus mejillas y orejas rojitas. —Fue uno de los mejores días de mi vida, ¿lo sabías? el darme tu confianza para ser yo el primero en tenerte de esa manera, el primero en hacerte el amor y el único.

—Te amo, Emilio, desde siempre —dijo el menor, suspiró y recargó su mejilla en el hombro del otro, acurrucándose. —Confío en ti, muchísimo. No dudé en ningún momento que tú eras el indicado y no me equivoqué, me hiciste sentir tan bien, tan amado.

—Porque te amo —comenzó Emilio y abrazó más a Joaquín, acariciando su espalda, —y te mereces ser tratado como el rey que eres, como el jodido Dios que eres.

El menor sonrió, se alejó y acercó de nuevo sus labios a los de su novio, besándolo con más ganas, queriendo sentir todo. Emilio cayó de espaldas en la cama, llevándose consigo a Joaquín, y no se dejaron de besar en ningún momento.

—¿Quieres recordar más a detalle lo que pasó ese día, mi amor? —rió Emilio separándose unos cuantos centímetros —¿Mmh?

Joaquín no supo qué decir, su corazón latía muy rápido así que el rizado a aprovechó y cambió de posiciones, quedando encima de su novio, sus manos a cada lado de su cabeza y volvió a besarlo, con más pasión.

—Emi —pudo decir el menor entre besos, llevando sus manos al pecho de Emilio, —tus padres están abajo.

—¿Y eso qué? —el rizado llevó sus besos al blanquecino cuello de su pequeño, mordiendo levemente.

—Ah —gimió Joaquín inevitablemente y echó su cabeza para atrás, arqueando su espalda. —¿C-Cómo que y eso qué? —dijo entrecortadamente —pueden subir, Emilio.

—Mi amor —llamó Emilio alejándose y mirándolo, —lo hicimos en tu casa la otra vez y ahí estaba tu mamá y Renata, nada pasó.

—Pero porque estaban dormidas, tonto. Tus padres están despiertos y están abajo, no voy a arriesgarme a que nos cachen.

—Pero amor...

—Emilio, es que-

—No van a escuchar nada, te lo prometo.

Joaquín sonrió y rodeó con sus brazos el cuello de su novio, acercándolo a él hasta juntar las puntas de su nariz —Okay —soltó y rió levemente después.

—Te amo —dijo Emilio y se alejó, parándose y yendo a la puerta, puso el seguro y se regresó, quitando su sudadera y camisa antes de colocarse de nuevo encima de Joaquín.

Y se besaron. Se besaron y quitaron poco a poco sus prendas, con cariño, con tanta suavidad y acariciándose con tanta delicadeza como ambos lo merecían.

—Te amo mucho —jadeó Joaquín cuando la lengua de Emilio bajó por su vientre —ah.

El rizado volvió a subir a sus labios y los besó, mordió su labio inferior y regresó a besarlo correctamente. Y entre suspiros y gemidos leves, se volvieron uno solo.

Y se sentían en el maldito cielo.

makeup [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora