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El pie de Emilio se movía con rapidez a manera de desesperación, su novio ya se había tardado y no sabía la razón.

Por otro lado, en la habitación de Renata que estaba sin su presencia, Joaquín seguía mirando la tela entre sus manos, su respiración estaba algo agitada y suspiraba seguidamente.

--Okay, Joaquín, no pasa nada --se susurró a sí mismo y caminó hasta quedar frente al espejo de cuerpo completo que estaba en una de las esquinas de la habitación -a ti todo te queda bien, se te va a ver bien.

Así que, asegurándose que la puerta tenía el seguro puesto, comenzó a desabrochar tus pantalones negros, los bajó lentamente hasta quitárselos por completo, tomó la prenda que había dejado en la cama y con mucho cuidado metió sus pies en ella, subiéndola delicadamente por sus piernas hasta que el resorte quedó perfectamente en su cintura, acentuando sus curvas sin llegar a apretarlo.

Y subió su mirada de nuevo al espejo.

Y él sólo... no podía creerlo.

-Wow -susurró casi inaudible y se miró de arriba a abajo en su reflejo -por dios, me- me encanta -abrió sus labios con sorpresa y luego llevó una de sus manos a ellos, sin dejar de mirarse.

Unos toques en la puerta lo hicieron retirar sus ojos de su reflejo, abrió más los ojos y volteó hacia la puerta.

-Amor, perdón, pero ya me desesperé, te estás tardando mucho -habló del otro lado Emilio e intentó girar la manija, sin lograrlo -¿está todo bien?

El menor pasó saliva y se acercó -Sí, Emi, todo bien -respondió nervioso -ya casi salgo.

-Okay, te espero aq-

-¡No! -interrumpió -no, espérame en mi cuarto, ya voy.

Emilio frunció el ceño, aunque Joaquín no vio eso.

-Joaco, te escuchas nervioso, estoy preocupado.

-Estoy bien, amor, sólo- ya salgo, vete al cuarto y ahí me esperas, ¿sí? por favor.

El rizado suspiró y, sin querer realmente, se alejó de la puerta, caminando de vuelta a la habitación de su novio, entró y se recostó en la cama, mirando hacia el techo azul pastel, intentando distraerse. No tenía ni una mínima idea de lo que Joaquín quería mostrarle, se escuchaba muy nervioso y Emilio estaba comenzando a ponerse de la misma manera.

Después de un par de minutos bastante lentos, la voz de su niño se escuchó desde afuera.

-Emilio -llamó y éste se enderezó mirando a la puerta cerrada -cierra los ojos.

-Pero-

Se interrumpió a sí mismo y suspiró nervioso, aún sin cerrar sus ojos.

-Ciérralos, sé que los tienes abiertos, amor.

-¿Cómo s-

Se volvió a interrumpir y suspiró ahora sí cerrando sus ojos con fuerza.

-Pon tu mano sobre ellos, sé que eres capaz de abrirlos antes de que te diga.

Maldición, lo conocía tan bien.

Así que eso hizo, llevo una de sus manos con algunos anillos a su rostro y tapó sus ojos, esperando no tan pacientemente a su bonito. No escuchó nada por unos segundos hasta que el ruido de la puerta abriéndose se hizo presente y Emilio apretó más su mano hacia sus ojos, conteniéndose para no quitarla y mirar.

-No veas hasta que te diga, ¿sí? prométemelo.

-Te lo prometo, mi amor.

Joaquín estaba nervioso. Muy nervioso.

makeup [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora