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Joaquín se convencía casa vez más que era completamente cierto que sus manos estaban hechas para encajar a la perfección.

Bajaba la mirada a sus manos entrelazadas, mirándolas. Mirando cómo hacían fuerzas para no soltarse. Caminaban observando a su alrededor, deteniéndose frente a algunas tiendas para ver algo que les había llamado la atención, como justo ahora.

–-¡Ay, mira ese suéter, Emi! –-el menor se detuvo abruptamente halando un poco a su novio —Ese rojo de ahí.

Emilio se acercó y miró la prenda.

—Oh, dios mío, ¡es perfecto para ti, amor!

Y sin preguntar nada más, el mayor caminó hacia dentro de la tienda llevándose consigo a su pequeño. Se dirigieron hasta donde se encontraba el suéter.

—Me encanta —mencionó Joaquín cuando lo tomó. —Me gusta muchísimo.

—Llévatelo, yo pago.

—¿Ya viste el precio? —preguntó el menor buscando la etiqueta del precio, Emilio lo detuvo y lo miró.

—No importa cuánto cueste, tómalo.

—¿Pero qué tal si cuesta mucho?

—Pues que cueste mucho, ¿qué importa? Anda, llévatelo.

—Pero-

—Amor, tengo el dinero de mi beca aún.

—Pero se supone que la beca es para ti —el menor puso su dedo en el pecho de Emilio, señalándolo —tienes que gastarla en ti.

—No tengo en qué gastarla, bebé, es mucho. ¿Y qué mejor que consentirte? 

El menor lo miró por unos segundos y suspiró después.

—Está bien, ya que tanto insistes.

Así que se encaminaron hacia la caja para pagar y se formaron, ya que había algunas personas en la fila. Cuando les tocó, Emilio sacó su cartera y sacó algunos billetes, la cantidad que la chica que les atendía les había dicho, y Joaquín se sintió un poco mal por hacer gastar a su novio en él, pero sabía perfectamente que aunque le insistiera, el rizado no cedería nunca a no comprárselo. Lo conocía.

—Aquí tienen —dijo la chica y les tendía la bolsa con el suéter dentro ya —que les vaya bien, bonita tarde.

—Igualmente —dijeron ambos al unísono, Joaquín sonrió hacia ella y tomó la bolsa de su mano.

Salieron de la tienda con sus manos entrelazadas y siguieron caminando, hablando de cosas triviales.

Hasta que la mirada del menor se detuvo en una persona.

Hacia un chico, exactamente.

Abrió un poco más sus ojos y apretó sus dientes, nervioso. Detuvo su paso, haciendo que Emilio también se detuviera mirándolo confundido.

—¿Qué pasa? —preguntó el rizado.

Joaquín lo miró a los ojos y separó sus labios, aunque no dijo nada, estaba realmente nervioso.

—¿Bebé?

Y Emilio estaba realmente preocupado.

—Ya te dije que no quiero que te lastimen, ¿verdad? —preguntó el menor llevando su mano libre al cuello de su novio —no quiero que salgas lastimado.

Emilio llevó sus manos a la cintura de Joaquín, sosteniéndolo y mirándolo con el ceño fruncido.

—Sí me lo dijiste, pero no entiendo a qué va todo.

makeup [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora