19

5K 524 151
                                    

Era un día nuevo y la alarma de Joaquín sonaba fuertemente y sin detenerse. Su ceño se frunció con desagrado y se removió entre sus sábanas, quejándose.

Eran las 5:30 a.m., hoy era su primer día de preparatoria en quinto semestre y no quería abrir los ojos, simplemente era demasiado temprano y quería seguir durmiendo hasta la una de la tarde, si se podía.

–-¡Joaquín! –-escuchó la voz de su madre —ya levántate, acuérdate que entras a las siete.

—Mmh.

—¿Va a venir Emilio y se van a ver en la escuela?

—Escuela —apenas pudo contestar antes de abrir sus ojos y llevar sus manos a éstos, frotándolos.

Se levantó con mucho esfuerzo y fue hacia su tocador, mirándose. Tenía sus ojos hinchados y un poco de ojeras debajo de ellos, pasó saliva y miró hacia abajo, mirando los pocos productos que tenía ahí, suspiró y volvió a mirarse a sí mismo en su reflejo.

—Nadie va a notarlo, Joaquín —se susurró y respiró profundamente —quieres hacerlo, hazlo.

Así que eso hizo, fue hasta su baño, hizo lo que tenía que hacer y se lavó la cara, ya teniéndola limpia se sentó frente al tocador, colocó Treat People With Kindness de Harry para animarse y así, felizmente, comenzó su arte.







—Emilio, es que ya lo hice pero no sé, me siento raro —habló Joaquín con su celular en su oreja y su voz entrecortada.

—Amor, tranquilo, respira hondo y relájate ¿Quieres que vaya a tu casa?

—No, gracias, si vienes vamos a llegar tarde. No te preocupes, sólo- perdón, está todo bien.

—Joaquín —regañó Emilio —no pidas perdón, es normal que te sientas inseguro, pero, ¿sabes qué? estás siendo tú mismo, y eso es lo único que tiene que importar, ¿okay? que estás siendo tú mismo.

Amaba a Emilio con toda su alma.

—Siempre sabes cómo hacerme sentir bien, Emi —sonrió en grande.

—Te amo —dijo suavemente el rizado, tratando de que a su novio le quede muy claro.

—Yo mucho más —contestó de vuelta —nos vemos en un ratito, ¿va?

—Va.

Así que Joaquín se levantó de la silla en su comedor y fue hacia su mochila, recogiéndola y colocándosela.

—¡Mami, ya me voy! —gritó y caminó hacia la puerta.

—Con cuidado, Joaco.

Con un silencioso salió y caminó hasta su preparatoria, pasando saliva y bajando su mirada.

No podía creer que en serio estaba yendo a la escuela con maquillaje en su rostro, no. Estaba comenzando a arrepentirse cuando estuvo a unos cuantos metros de la entrada. No, no debió hacerlo, se maldecía.

Así que cuando quiso darse vuelta y volver a casa chocó con un pecho conocido, Emilio.

—¿Qué pedo, qué pedo? —preguntó éste, tomándolo por los hombros y mirándolo confundido —¿Qué haces, amor?

Joaquín lo miró nervioso y lamió sus labios, llevando sus manos al pecho de su novio, jugando con la tela de sus sudadera.

—Me arrepentí de haberme maquillado, Emi, ya no quiero entrar —habló tan bajo que el rizado apenas logró escucharlo.

Frunció el ceño y miró a su pequeño, que tenía su mirada baja

—Bebé, ¿por qué? —le preguntó suavemente y llevó sus manos a las mejillas de Joaquín, haciendo que mirara aquellos ojitos bonitos con las rizadas pestañas con algo de rímel y aquellos labios con gloss de un tono rosa natural, —¿por qué, amor? si te ves bien chulo.

El menor rió un poco y miró a Emilio.

—Es que se van a burlar, Emilio —susurró.

—¡Pues que se burlen! —exclamó y frunció su ceño, molesto —Que se burlen por no tener la misma valentía que tú, amor, que se burlen porque tú eres mejor que ellos. Te tienen envidia, Joaquín, y si alguien se atreve a ofenderte le parto su puta madre y ya estamos, sabes que sí lo hago.

El pequeño lo miró y sonrió lentamente, con un brillo en los ojos. Se acercó a su novio y lo abrazó fuertemente.

—Te amo, muchas gracias, Emilio, de verdad gracias. No sabes cuánto me subes el ánimo y las ganas de ser yo.

—Siempre tenemos que ser nosotros mismos, amor —se separaron y Emilio volvió a tomar las mejillas de su novio —Ahora ve y presume esa carita preciosa que tienes, ¿mmh? —acarició con delicadeza la piel de Joaquín y le sonrió con amor —Demuéstrales quién eres.

El menor sonrió con ganas y mordió su labio inferior y suspiró.

—Tienes razón, toda la razón —habló y asintió —okay, okay. Eso haré.

—Así se habla, mi amor. Ven.

Se encaminaron hacia adentro de la prepa con sus manos entrelazadas y miraron una de las mesas desayunadoras con varios de sus amigos en ella, se dirigieron ahí con suspiros y comenzaron a saludar.

Absolutamente nadie notó algo diferente en Joaquín, y si lo hicieron no dijeron nada, cosa que agradeció infinitamente.

Porque estaba cómodo, y estaba siendo él mismo.

Amaba a Emilio con todo su corazón, no tenía ni una duda.

makeup [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora