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–-Mi prima nos invitó a su boda, amor —mencionó Joaquín y acarició suavemente los rizos de Emilio, quien se encontraba acostado a su lado y con su mejilla recargada en su pecho. —Se casa el próximo sábado.

—¿La gente todavía se casa? —preguntó frunciendo su ceño y subió su mirada —Hace años que no voy a una boda.

—Al parecer sí —respondió y dejó un pequeño beso en la frente de su novio. —¿Vas a acompañarme? Te necesito conmigo —habló en voz baja y el mayor se alejó un poco, confundido. —Es una boda, no pasa todos los días y la gente siempre se va bien arreglada, yo- quiero irme arreglado, ya sabes... bonito.

—Bonito estás desde que naciste, Joaquín, ¿qué dices?

—Sabes a lo que me refiero —suspiró. —Quiero lucirme, quiero-

—Opacar a tu prima —lo interrumpió el rizado con una leve sonrisa y su novio lo miró fulminante, aunque no pudo evitar sonreír de igual forma. —Vamos Joaquín, tú vas a cualquier lugar y opacas a todo el mundo, no dudes en que lo hagas también esa noche.

Las mejillas de Joaquín se sonrojaron, por supuesto que lo hicieron.

Él quería verse lindo, eso era todo. Quería que lo miraran, sí, pero no quería llamar la atención, ¿eso tenía sentido? Joaquín estaba consciente de lo bueno que era con el maquillaje, sabía que podía hacerse cualquier cosa y lo luciría increíblemente bien, lo sabía, de verdad que sí, pero su familia estaba conformada mayormente por tías religiosas y homofóbicas y, aunque podía sólo ignorarlas, él realmente no quería lidiar con ellas.

Su familia no tenía idea de su orientación sexual, nadie tenía por qué enterarse, Joaquín estaba cómodo así. No quería parase y decirles que era gay, como si fuera importante, él simplemente llegaría de la mano con su novio y le valdría poco lo que sus tías pensaran.

Así que podía imaginarse el llegar con maquillaje en su rostro, su mano siendo sostenida por la de Emilio y saludar como si nada a su familia. Podía imaginarse sus caras llenas de confusión y desagrado y sus miradas incómodas. Maldición, podía hasta imaginarse a sus tías volteando con su madre y cuestionarla del porqué dejaba a su hijo hacer esas cosas. Las conocía más de lo que quisiera y sabía que las probabilidades de que aquello pasara eran muy altas.

Y por eso necesitaba a Emilio a su lado, necesitaba sus suaves palabras en su oído diciéndole que todo estaba bien y que se veía precioso.

—¿Si me vas a acompañar?

El mayor asintió sin chistar, por supuesto que iba a acompañarlo. Él estaría a su lado siempre, a cualquier lugar que fuera.

—Claro que sí, amor.

Joaquín le sonrió agradecido y se acercó a besar sus labios con suavidad.

—Estaba pensando en algún Smokey Eye —mencionó cuando se separó y Emilio asintió con una sonrisa enamorada, aunque no había entendido nada. —Es- bueno, normalmente es una sombra negra y que se difumina muy bien para que parezca como, justamente, humo. Se puede hacer del dolor que sea pero me gustaría un negro, algo más dramático, ¿qué dices?

El rizado asintió sin dejar de mirarlo ni borrar su sonrisa.

—No me estás escuchando, ¿verdad?

—Me quedé en "Estaba" —dijo y sus mejillas se tornaron de carmín. —Perdón, es que tu voz... perdón. Tú- tú te verías bien como sea, con el color que sea, tú luces cualquier cosa tan bien, te lo prometo.

Joaquín lo amaba tanto. 

—Te decía que quiero hacerme un Smokey Eye con sombra negra.

makeup [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora