𝑨𝑻𝑹𝑬𝑽𝑰𝑫𝑶 ✓ ©

[2] ©Capítulo Tres: "𝙸 𝚠𝚊𝚜".

𝙿𝙾𝚅' 𝙷𝚎𝚕𝚎𝚗𝚊.

Sentí unos brazos alrededor de mi cintura y unos pies entrelazados con los míos. Abrí bruscamente mis ojos y recordé la anoche anterior. Samuel me buscó para pedirme perdón y terminamos cogiéndonos el uno al otro.

No es un mal tipo, es todo lo una mujer desearía, pero mi corazón aún no está listo para amar todavía. Mi madre, mi padre, hasta Juliana, me dicen que es mi mejor candidato y que lo aprovechara al máximo tanto que me quería y le agradaba Matu, pero mi inconciencia me jugaba en contra.

No puedo olvidar a Mateo; al chico que se robó mis sueños encantados convirtiéndolos en feas pesadillas luego de su partida, no puedo. Los años pasan y pasan y sigo en la misma. Mi corazón siente y dice que le dé la oportunidad al fin a Samuel para ser mi compañero, pero mi corazonada no me lo permite.

—Buen día — murmuró con su voz ronca cerca de mi oído, poniéndome los pelos de punta. Es excitante.

Me giré de costado sobre mi cama y lo miré, colocando mis manos debajo de mi cabeza, seria.

Me sonrió, acariciando mi cintura.

—¿Ya estoy perdonado? — arqueó una ceja divertido acercándose a mi boca, coqueto.

Rodé los ojos, riéndome.

—Ponele que sí... — me hice la difícil e intenté salir de la cama, pero él me jaló hacia su cuerpo y choqué mi espalda contra su pecho, bruscamente.

—Nos conocemos hace mucho, ¿por qué te seguís haciendo la difícil conmigo, amor? Si sabés que me tenés a tus pies, bebé.— me dijo al oído para luego dar paso a morderme el lóbulo.

«Porque no puedo olvidarlo, siento que la vida fue muy injusta con él».

—Porque quiero — me revolví entre sus brazos y salí de su agarre para salir de la cama y colocarme enfrente suyo.

Pero la verdad Samuel es un gran hombre y no sabe lo que he pasado, y tengo miedo también de decírselo. A veces siento que no soy para él, que no lo merezco, porque es verdad; no lo merezco como él se lo merece.

Intenté varias veces sacarlo de mi vida, como indirectamente y como directamente, pero no lo entiende y siempre vuelve a mí, haciéndome sentir mal y confundida. Pero espero darme cuenta de que me conviene y aceptarlo en mi vida y amarlo como él dice amarme a mí. Eso espero, porque desde que falleció Mateo, tanto que lo criticaba por cómo era, me volví como él; frío, egocéntrico, entre otras cosas... Es que perdí una gran parte de mí cuando se fue y nunca volverá, y eso no me gusta aceptar y asimilar.

Mierda, tengo que volver al psicólogo.

—Te amo — dijo.

¡Carajo, carajo, carajo! ¿Qué digo ahora?

Suspiré nerviosa y me giré sobre sus talones para poder tranquilizarme. Coloqué ambos mechones de mi pelo detrás de mis orejas y miré al frente, poniéndole pecho a la bala.

—Yo también te quiero, Samuel — tragué seco, cabizbaja.

Lentamente sentí como sus brazos abrazaron mi cintura y me pegó a su pecho, escondiéndose en mi cuello.