Maratón 1/2...
Los días habían pasado, y Mateo pasó tiempo con Helena y su hijo, fueron días divinos apartando la idea de que un tipo y su banda quería matarlos por venganza y estén vigilando la casa Veinticuatro Siete. Pero bueno, después de todo, pasaron tiempo juntos y se sintieron muy bien el uno con el otro, como una familia.
—¡Mateo! — medio gritó Helena enojado, llamando la atención de los dos varones jugando en el jardín.
Ambos la miraron.
—¿Yo? — preguntaron al mismo tiempo, desentendidos.
Helena a punto de regañar a uno de ellos dos, hizo un mueca y soltó una risa divertida, hasta que esa risa aumentó más y se tentó, mostrando confusión en los varones. Pero luego se levantó Mateo del césped y caminó hacia la castaña mientras el pequeño seguía jugando con Rayo.
—¿Qué pasó? — preguntó el pelinegro con aire de diversión.
La chica después de su ataque de risa, le dió un leve empujón y paró de reír, poniéndose seria con tardanza.
—¿Qué te dije? — le recordó pero él frunció el ceño — ¡Dios, Mateo! Te dije que cerraras la puerta de mi habitación para que el nene no entrara ni viera nada.— siseó.
Él rió y abrazó su cintura.
—Perdón, me olvidé. Pero tranquila, no entró ni vio nada.— le respondió sonriéndole.
Ésta rodeó los ojos.
—Bueno, está bien. Vamos a comer, ya está la comida.— finalizó y se dió la vuelta para entrar por el ventanal e ir hacia la cocina. Mateo expandió más su sonrisa al ver cómo movía sus caderas, hasta que giró la cabeza y dirigió su mirada a su hijo, diciendo:
—¡Matt, vamos, hijo! A comer.
El pequeño pelinegro se levantó del césped y corrió hacia él, tomándolo de la mano, riendo. Amaba ver a su hijo feliz, bueno, amaba ver un niño feliz y sano; y cayó en cuenta que quería esa vida más que cualquier otra. La felicidad de un hijo es único e inigualable.
Entraron a la casa y ayudaron a poner la mesa para almorzar. Helena había preparado unas milanesas con papas fritas; Mateo y Matt festejaron al ver lo que cocinó, tanto que estuvieron pudiéndoselos por días. Luego ayudaron a lavar los platos, vieron una película y se fueron a dormir una mini siesta; la castaña a punto de cerrar la puerta un pie conocido se interpuso entre la misma, haciéndose a ver esa sonrisa divierta.
Lenna rodeó los ojos.
—¿Qué haces?, ¿no tenés que estar con Matt? — le preguntó arqueando una ceja.
Él abrió la puerta y avanzó hacia ella, abrazándola por la cintura mientras ésta (soltaba una carcajada) abrazándolo por el cuello, siguiéndole el abrazo. El pelinegro cerró la puerta con ayuda de su pie izquierdo y la besó.
Helena comenzó a retroceder y se chocó con la punta de su cama: dejándose caer; y Mateo también, pero encima suyo con cuidado. Éste empezó a dejar un recorrido de besos por su todo su cuello y continuó bajando sin fin, hasta que volvió a sus carnosos labios y los probó otra vez. Y así estuvieran toda la tarde; en vez de dormirse esa dichosa siesta.
Las horas habían pasado, y de pronto se abrió la puerta del cuarto dándose a ver el pequeño pelinegro yendo hacia la cama de sus padres, emocionado. Rápidamente, Mateo, tapó a Helena con sus manos y sábanas como a él también como pudo, haciéndolo confundir al niño. La castaña se despabiló y al entender la situación; abrió sus ojos como platos y se asustó mientras tapaba con brusquedad.
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𝑨𝑻𝑹𝑬𝑽𝑰𝑫𝑶 ✓ ©
أدب المراهقينM || La traje a 𝓛𝓪 𝓑𝓸𝓬𝓪 y se quedó conmigo, quedó enamorada de un wacho 𝙖𝙩𝙧𝙚𝙫𝙞𝙙𝙤. Donde Hᴇʟᴇɴᴀ se mete en una ᴘᴀɴᴅɪʟʟᴀ de un wacho 𝙖𝙩𝙧𝙚𝙫𝙞𝙙𝙤 de 𝓛𝓪 𝓑𝓸𝓬𝓪 y las cosas se descontrolan entre sí [...] Actualizaciones: Viernes. ...
