©Capítulo Dos: "𝚏𝚘𝚛".

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𝙿𝙾𝚅' 𝙷𝚎𝚕𝚎𝚗𝚊.


—¿Te chapaste a Palacios? No me jodas. — me susurró Catalina, sorprendida como entusiasmada.

Rodé los ojos.

—Catalina, cállate.— le murmuré entre dientes con seriedad. Estábamos en clases y la profesora nos puede escuchar como nuestros compañeros.

Se rió.

—Boluda, lo que yo daría por darle y vos que tuviste la oportunidad, y que encima te haya besado él ¿estás así? Dios, yo estaría diciéndolo por todos lados, nena.— me retó.

Le gruñí.

—Fue un error, Catalina. Fue solo un error, él y yo...

—¡Rodríguez, qué raro usted hablando. ¡Fuera del aula ya! — me interrumpió la profesora de geografía, molesta. Cerré los ojos puteándome y a Catalina también en silencio. Lentamente me levanté del asiento y sin protestar, salí del aula y caminé hasta al patio, cabizbaja, puta madre.

Cómo odio a la profesora de geografía, siempre tiene un pero, dios. Me acerqué hasta un banco que había ahí y me senté, esperando que sonara el timbre; que mucho no faltaba. Pasaron los minutos y yo me entretenía con mi celular, hasta que sentí unos brazos alrededor de mis hombros y me asusté, levantándome.

Me giré.

Al verlo me tranquilicé, era mi ex novio; Max. Aunque estamos en "algo", él realmente me boludea y yo ya no le doy bola, ya no me tomo en serio "nuestra" relación o no sé.

—¿Qué hacés acá? — le pregunté sin entender.

Él se me acercó y me tomó por la cintura.

—Me llamó el director, en fin, tengo otra sanción por contestarle al profesor forro de matemáticas. El chabón quiero tener la razón, cuando no la tiene.— me respondió, egocéntrico. En pocas palabras, Max es un tincho, el nene mimado de papá. Siempre tiene lo que quiere, no sabe lo que es un "no" como respuesta y no tiene límites.

Se alejó de mí.

Es egoísta y hasta mala persona a veces, no sé por qué salí con él ¿Me arrepiento? Sí, pero de los errores se aprende dicen. El problema ahora es que no me lo puedo sacar de encima.

Vuelvo a repetir, este no sabe lo que es un no como respuesta y si se lo decís, es el fin del mundo, literal.

—Ah, qué bien. — rodé los ojos y desvié mi mirada hacia otro lado, desinteresada.

Él frunció el ceño y se me acercó lentamente. Luego de su acercamiento, tomó mi cintura entre sus manos y me apegó a su cuerpo, bruscamente. Maldita sea.

—Todo mal con vos eh.

Puse mis ojos en blanco, típico chayumo de un pibe.

—Pará, Max — tomé sus brazos y lo alejé un poco de mí —. Vos lo dijiste, todo mal.— le respondí seria.

Él rodeó sus ojos.

—Ay, dale, amor.. vos sabés que querés también, te extraño.— me dijo, volviendo a rodear sus brazos en mi cintura.

Bufe.

—Sí, seguro.— soné sarcástica.

Max me miró mal.

—¿No podés dejar el pasado atrás? — se alejó de mí, mirándome con desprecio y molestia.

Reí irónica.

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