𝑨𝑻𝑹𝑬𝑽𝑰𝑫𝑶 ✓ ©

[2] ©Capítulo Cuatro: "𝚐𝚘𝚗𝚎".

𝙿𝙾𝚅' 𝙾𝚖𝚗𝚒𝚜𝚌𝚒𝚎𝚗𝚝𝚎.

—¡Palacios! — lo llamó el guardia a Pedro Palacios, que llevaba casi cinco años cumpliendo su condena. Él levantó su cabeza y lo miró, esperando a que siguiera hablando — Te llegó una paquete, y apresúrate, que todos están en el patio.— dijo y se fue, dejándole ese paquete misterioso.

Peligro desde su celda observó raramente a ese paquete misterioso. Se acercó a este y lo tomó entre sus manos. Lo abrió y pudo visualizar que solamente había un papel, y nada más. Pensó que era una broma.

—Pero la puta madre, ya no estoy para hacerme mala sangre por estos juegos pelotudos.— se molestó, mientras abría el papel en dos.

Frunció su ceño y leyó:

"Sal, juega, finge y lúcete... Que nosotros nos encargaremos del resto, Peligro.
Una sola oportunidad; no falles.

-TR1".

—No puede ser — dijo Pedro en voz alta, sin poder creerlo.

«TR1», «Trueno está vivo», «Mi hijo está vivo, dios mío» Pensó.

Pedro se giró sobre sus talones y analizó la situación, pero fue interrumpido por segunda por el guardia, queriendo decir que tenía que salir al patio ahora.

Y eso hizo.

[48hs antes]

La fría brisa pasó rápidamente por encima de la nuca del castaño, causándole escalofríos al sentir su cuerpo resurgir luego de estar insconciente por varias horas, y sentir sus manos como pies; atados, y su rostro a ciegas. Sigue la morocha al lado suyo, sus nervios flotaban y el sudor traspasaba sus manos y cara. Continúa el nerd del grupo, los hermanos astucia y la chica pesada, que de lo nerviosa que estaba comenzó a llorar sutilmente. Y por último, el rubio y valiente del grupo, que se encontraba con la cabeza baja, analizando todo a su alrededor con su sentido auditivo, esperando una acción para poder escapar.

[...]

—¡Trueno! — le gritó Biza desde la puerta de la habitación del pelinegro, sacándolo de sus pensamientos con brusquedad.

Mateo sacudió su cabeza y la levantó, hallándolo en el marco de la puerta.

—¿Qué? — sonó frío.

Aclaró su voz, — Ya están acá, como lo ordenaste.— le respondió serio.

El pelinegro se levantó de su cama y se acercó hacia el muchacho con la visera.

—Vamos.

[...]

Caminar. Se encontraban caminando hasta el refugio, mientras pasaban por el largo pasillo con luces en el techo cada vez que avanzaban y las mismas habitaciones. Después de una larga caminata, hallaron una las grandes puertas y el pelinegro tiró de ellas, dándose a ver el gran salón donde se suponía que los integrantes del lugar tenían a los secuestrados.

Los vió, los volvió a ver... Tanto tiempo sin verlos, cinco años sin haberse despedido bien de ellos o que no supieran algo de él después de su ausencia de la nada. No podía creer como todo había terminado luego de esa trágica noche. Arruinó todo.
Y tenía miedo. Miedo a que su equipo no reaccionara bien, que algo trágico pasara cuando lo volvieran a ver.