—¿Cómo? — volvió a preguntar Helena, sin entender.La directora alzó su vista una vez más y le dirigió una mirada preocupante y seria a la castaña. Helena volvió a bajar la cabeza y tragó seco, para luego subir la misma, y observarla.
—Eso mismo, señorita. Su hijo está bastante distante con sus compañeritos y bajó un poco su rendimiento. ¿Segura que se encuentra todo bien en casa? — preguntó la señora cara de sapo con sus anteojos, respetuosamente.
Lenna la miró.
—Sí, en casa está bien. Lo que pasa es que — Helena recordó lo que pasó hace cinco semanas (cuando Samuel le pidió matrimonio y se peleó con Mateo) y suspiró —, bueno, las cosas no están tan bien que digamos. Pero nunca creí que él tuviera el rendimiento bajó.— explicó, perpleja.
—Sí, me temo que sí. En más, no quiere hacer trabajos en equipo, y a la hora de dibujar; hace esto.— comentó abriendo el cajón derecho de su escritorio, sacó un par de papales y los depositó arriba del mismo.
La castaña frunció el ceño y los agarró entre sus manos. Los analizó, y no le gustó nada lo que vio; uno de los dibujos se trataba de un niño jugando con su mamá y el papá lejos de ellos; el segundo dibujo se trataba de un pequeño en brazos de su padre "feliz", pero la hoja estaba tachada; y el tercer dibujo se trataba de un hombre negro y máscara negra. Helena sintió un escalofrío por toda su espalda, pero decidió tomarles fotos a los dibujos de su hijo como evidencia.
—Vuelvo a preguntarle seriamente, Señorita, ¿está todo bien en su casa? — preguntó una vez más La directora, acomodándose sus anteojos, preocupada.
Helena la miró y sintió nervios por toda la situación.
—Vuelvo a repetirle que hay algunos problemas en casa, pero ahora mismo ya lo voy a resolver. Muchísimas gracias por el aviso.— le sonrió con amabilidad Helena y se levantó del asiento, acompañada por la señora.
—Bueno, está bien. Cualquier cosa usted sabe que esta Institución está para lo que sea, sólo díganos. Qué tenga muy buena tarde.— le extendió la mano y la castaña la aceptó, cordialmente.
La directora acompañó a la Helena hasta la puerta de su oficina y se despidieron. Ésta comenzó a caminar por el pasillo sintiendo un gran peso en sus hombros y con ganas de llorar: sentía que todo le estaba saliendo mal; su hijo está saliendo perjudicado en todo esta situación y si no actúa ahora, probablemente todo será peor.
Entre tanto pensamiento se topó con un salón. Giró la cabeza y halló a su hijo, solitario y haciendo manualidades sin motivación; su corazón su achicó al ver esa escena. Avanzó a la puerta y la tocó dos veces. A los pocos minutos, le abrió la maestra y le sonrió.
—¿Si? — le dijo a la madre.
—Hola, me llamo Helena. Me gustaría hablar con mi hijo un momento, ¿puede ser? — le preguntó, cruzándose de brazos, mientras observaba de reojo a su hijo detrás de la maestra.
—Sí, no hay problema. ¿Cómo se llama su hijo? — la observó.
—Se llama Mateo, Mateo Rodríguez.
La señorita asintió.
—Ahora se lo traigo, espere aquí.— le indicó y se metió de nuevo al salón.
Helena se sentó en una de las bancas que se encontraba afuera del salón y esperó. A los minutos, salieron la maestra y su hijo; ella sonriendo, y él tímido como si hubiera hecho algo malo. La castaña frunció el ceño por la reacción de su niño y se acercaron hasta donde se hallaba ésta.
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𝑨𝑻𝑹𝑬𝑽𝑰𝑫𝑶 ✓ ©
Novela JuvenilM || La traje a 𝓛𝓪 𝓑𝓸𝓬𝓪 y se quedó conmigo, quedó enamorada de un wacho 𝙖𝙩𝙧𝙚𝙫𝙞𝙙𝙤. Donde Hᴇʟᴇɴᴀ se mete en una ᴘᴀɴᴅɪʟʟᴀ de un wacho 𝙖𝙩𝙧𝙚𝙫𝙞𝙙𝙤 de 𝓛𝓪 𝓑𝓸𝓬𝓪 y las cosas se descontrolan entre sí [...] Actualizaciones: Viernes. ...