[2] ©Capítulo Uno: "𝙸 𝚌𝚊𝚖𝚎 𝚋𝚊𝚌𝚔".

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[Nota de autor importante: chicas, acabo de hacerme una cuenta de Instagram que es justamente para wattpad: fifi__js, si quieren pasen a ver y síganme. Ahí voy a estar publicándolo todo e informando].

𝙿𝙾𝚅' 𝙷𝚎𝚕𝚎𝚗𝚊.

—Aún permitirás que Truenito te lleve por el mal camino, cariño? — preguntó divertido —. Date cuenta, él solo te trajo problemas. Y lo menos que hizo fue protegerte; mírate donde estás, Helena — me señaló —. Toma esto como una lección de vida, en que no debes confiar en nadie, ni en tu propia sombra. Y creo que también dejarás de ser la típica niña frágil e ingenua, y aprenderás a ver lo que realmente es la vida. Es por tu bien, lo hago por tu bien, Lenna. Y créeme, me caes bien, por algo hago esto. Muchísima suerte.— canturreó al final.

Comencé a llorar, desesperada.

¡Por favor, no me dejés acá. Déjame ir, Martillo! ¡Por favor! — grité desesperada y sentí un fuerte puñetazo en mi estómago, dejándome sin aire. Alcé mi vista y visualicé como levantaron una bolsa a punto de colocarla en mi cabeza — ¡No, no, NOO! — pegué un fuerte grito y me pusieron esa maldita bolsa, haciéndome callar por sus golpes.

Me desperté bruscamente del sueño y me senté en la cama con mi respiración irregular. Me faltaba aire en los pulmones y mis oídos se hallaban aturdidos al despertarme. Esperé algunos segundos para volver a la normalidad, y tranquilizarme. Hasta que desvié mi vista al sentir la alarma de mi celular sonar a todo volumen.

Solté un suspiro. Estiré mi brazo izquierdo y la apagué, sobresaltada. Me acomodé en la cama y pasé mis manos por mi rostro, sintiendo volver mi pulso a la normalidad. Dios, han pasado cinco años y las pesadillas siguen estando.

Ya no doy más.

—¡Mami! — entró mi hijo de cuatro años, casi cinco, a mi habitación con su pijama de Spiderman y pantuflas, feliz. Se lanzó a la cama y ví como rebotaron sus rulitos negros al aterrizar, bruscamente — ¡Es hoy, es hoy! — saltó.

Me reí.

—¿Qué es hoy? — le pregunté tomándolo por la cintura, atrayéndolo a mí y besé su naricita. Es un calco a su padre, tiene todo de él; los ojos, el pelo, sus facciones y lo más importante: el lunar del lado derecho en su nariz.

—¡Hoy iré con mi abuelo al jardín por este día! — me respondió emocionado, mientras volvía a saltar en la cama nuevamente.

Mi corazón se encogió. Dudé mucho en dejarlo ir hoy al jardín, es que hoy es el día del padre y mi papá se ofreció para llevarlo. Pero no sé. No quiero verlo mal, él sufre mucho por no tener a su padre al lado, pero que mi viejo se lo haya ofrecido, le subió el ánimo.

Y ahora quiere ir.

—¿Estás seguro de que querés ir, Matu? — le pregunté.

Asintió repetidas veces con la cabeza, ansioso.

—Bueno, vamos que se nos hace tarde. Dios, hay que peinar esos rulos locos — lo jodí, haciéndole una malteada en la cabeza, divertida.

Se enojó. Odia que lo molesten con su pelo.

—¡Basta, mami! Dejá mis rulitos en paz, son míos — me hizo puchero y se fue de la pieza, ofendido.

Me indigné, exageradamente.

—¡Dijiste que esos rulitos locos son de mamá, y sólo mamá! — le reclamé y escuché su risa traviesa que me da cien años de vida oírla.

Mateo me salvó la vida.

𝑨𝑻𝑹𝑬𝑽𝑰𝑫𝑶 ✓ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora