[2] ©Capítulo Seis: "𝚊 𝚕𝚘𝚗𝚐 𝚝𝚒𝚖𝚎 ".

1.1K 78 10
                                        


𝙿𝙾𝚅' 𝙷𝚎𝚕𝚎𝚗𝚊.

“Yo solo volví por vos... y por él, no me hagas esto.”

Sentí mi cuerpo caer y me sobresalté al abrir mis ojos, bruscamente. Mi corazón latía a dos mil por hora. Me encontraba sudando de los nervios y del miedo de esa pesadilla. Estoy cansada de ellas. Logré tranquilizar mejor mi respiración y me acomodé en la cama, sentándome en esta. Admiré mi habitación, mientras abrazaba mis piernas y recorría mi mirada alrededor de ella; sentí la luz del sol en mi rostro al ver la ventana y la persiana levantada. Nada fue real, aunque se sintió muchísimo. Y ni siquiera sabía si tenía que agradecerlo o no.
Lentamente, pasé los dedos de mi mano derecha por debajo de mis ojos, quitándome las lágrimas causadas por ese mal sueño y sollocé apenas. Lo volví a ver, lo volví a sentir aunque no fue real y fue solamente un sueño.

Me senté en la cama y me fijé la hora en mi alarma ¡Mierda! Es súper tarde. Me levanté de golpe de la cama y caminé hacia mi armario. Me puse lo primero que encontré: una camisa básica, un jean negro y unos tenis. Me até el cabello, haciéndome una coleta media alta y agarré mi celular y anteojos encima de la mesita de luz.

Salí de mi habitación y caminé hacia la de mi hijo.

—¡Matu, arriba! Se nos hace tarde — lo apuré, mientras entraba a su pieza como una loca. Me detuve bruscamente al ver que no estaba ahí. Al no visualizarlo, me asusté y salí de la misma, preocupada. — ¡Matt! Amor, ¿dónde estás? — comencé a buscarlo, fui al baño y no lo encontré.

Empecé a desesperarme.

—¡Mateo! — caminé por el largo pasillo hasta quedar enfrente de la cocina y lo ví ahí, lo más campante, mirando la televisión y desayunando, con su uniforme puesto. Lo amo — ¡Dios, hijo! ¿Qué tenés que hacer cuando te llamo? Al menos responder, casi me da un infarto.— lo reté, acercándome hacia él y reía al final.

Hizo puchero.

—Lo siento, es que no quería despertarte. Pero ya estoy listo.— me informó, sonriéndome.

Reí más.

—Sí, pero creo que esa cabellera le falta peinar un poco más.— toqué sus rulos y los peiné con mis manos.

—¡Ay, mami! No.

Reímos.

—Bueno, está bien.

Me quedé impactada de como Mateo se desenvolvió solo a su corta edad, aunque yo era así. Se había preparado solo, hasta el desayuno, bueno, excepto la chocolatada. Se la preparé, también mi café y terminamos de desayunar juntos como todas las mañanas.

Al de terminar de comer, lavé todo y nos acercamos hacia la puerta principal, mientras agarrábamos nuestras pertenencias. La abrí con rápidez y salimos del departamento, apurados. Esperamos a que se abrieran las puertas del ascensor y nos metimos en esta. Las mismas se encerraron en nuestras caras. Empezó a bajar y a los minutos volvió a abrirse. Nos retiramos del elevador y caminamos por el estacionamiento hasta mi vehículo.

Ayudé a mi hijo entrar a la parte trasera del coche y luego fui a la parte del piloto. Encendí el auto y salí del establecimiento. Carajo, ni siquiera tuve tiempo de ver mi celular.
Cuestión, me marché del edificio y comencé a conducir hacia el jardín de mi niño. Después de casi media hora, habíamos llegado. Estacioné el vehículo un poco lejos del lugar por no poder estacionarlo más atrás y nos bajamos. Le indiqué a Matt que agarrara mi mano para cruzar la calle e hizo caso. Antes de seguir caminando, me coloqué los lentes de sol por mi cara desarreglada y por el dolor de cabeza que me causó aquel detestable sueño.

𝑨𝑻𝑹𝑬𝑽𝑰𝑫𝑶 ✓ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora