[2] ©Capítulo Dieciséis: "𝚠𝚒𝚕𝚕".

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—¡Qué hiciste QUÉ! — gritó con su voz escalofriante ante el individuo.

—¡Tenía que hacerlo, él se interponía en mi camino, hermano! — le respondió con otro grito, molesto

Le dió un puñetazo.

—¡Imbécil, arruinaste todo el plan! ¡Mataste a Wos, estúpido! ¡Ahora saben de lo que viene y atacarán y estarán listos como nosotros! ¡AGH! — tiró lo primero que vio a su alrededor, furioso, por lo incompetente que era su "hermano".

—¡Es que casi lo mato a Trueno, pero el tarado de Wos se interpuso!

—¡No es excusa, fuiste un irresponsable y arruinaste todo! Dios, ¿nunca dejarás de ser un incompetente, no? Vergüenza me das, lárgate.— le ordenó, harto.

—Lo siento...

—Denle su merecido, les doy permiso así prende la lección.. ¡Aquí mando yo, así que te va a quedar bastante claro cuando yo acato una orden, infeliz! — mandó a sus hombres a golpearlo.

—¡Jefe, jefe! — entró el segundo incompetente que faltaba — No es necesario, ambos tuvimos la culpa y le pedimos disculpas. Nos cegamos por el deseo de la venganza, que se nos fue de las manos... Lo sentimos.

Él rió.

—Ya lo sé, papito, es mi lema: "poder, riqueza y venganza", pero lo arruinaron todo por cegarse solo en uno de ellos y en no en los tres como es debido y trae el éxito. Así que, ambos sufrirán las consecuencias, bye, bye... Pobre, Wos me caía bien.. lastima ¡JAJAJA! — dió una fuerte carcajada, asustando a todo el mundo.

Y si, la consecuencia para esos dos ineptos fue muy dura.

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Después de una semana dura, hoy era el funeral de Wos, Valentín. Helena suspiró al apagar el motor del auto, desde ese día el clima no estuvo de su lado; mucho frío y llovizna. Levantó la vista y visualizó césped, los arbustos, las lápidas y la poca gente que se encontraba alrededor de la tumba del que había fallecido recientemente.

—Tranquila, Len. Vamos, bajemos.— dijo Catalina del lado del copiloto, dándole el apoyo para bajar.

Helena giró la cabeza y le sonrió con debilidad. Ambas bajaron del coche y cerraron las puertas haciendo llamar la atención a los presentes del funeral. Las zapatos de las chicas resonaban por la zona por las pequeñas piedras del camino, mientras se acomodaban sus abrigos por el frío y se dirigían hacia a el grupo que se encontraba alrededor de una tumba, esperándolas.

Mateo alzó su vista y la conectó contra la de Helena. Ambos sintieron escalofríos al saber lo que se venía.

Helena se colocó al lado de Nicole (que lloraba desconsoladamente), y al lado de ella se hallaba Mateo serio. Luego del lado derecho estaban Camilo, Catalina, Manuel, Pedro, Taiu y Tatool. Y después de que todos se posicionaran e hicieran silencio, el Padre habló:

—Su presencia aquí, junto a los restos mortales de Valentín Oliva, es un acto de fe. Un acto de fe en la resurrección y la victoria de Cristo que, por nosotros, venció a la muerte — dijo con paz —. Proclamar esa fe es el mejor gesto que podamos mitigar el dolor a todos los que amaron a nuestro querido Valentín.

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