©Capítulo Nueve: "𝚏𝚘𝚛".

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𝙿𝚘𝚟' 𝙼𝚊𝚝𝚎𝚘.


—¿Adónde? — cuestionó, nerviosa.

Clavé mis ojos completamente en los suyos y le dije: —Creo que ya es hora de que sepas quién soy en verdad, ya no aguanto más en ocultarte esto. Vamos a mi barrio; La Boca.— finalicé y le extendí la mano para que subiera.


Ella me miró dudosa. Lentamente caminó hasta mí y tomó mi mano izquierda. Me tranquilicé, me sentí aliviado. Tenía mucho miedo a que me dijera que no y que no me quiera ver nunca más en su vida. Continuaba acercándose hacia la moto mientras yo la guiaba y la ayudé a subir. Esta se montó y colocó sus brazos alrededor de mi cintura, aferrándose.

—¿Estás lista? — le pregunté inseguro observándola por el rabillo del ojo, esperando a que ella accediera.

Apoyó su mentón en mi hombro izquierdo y asintió.

—Sí, estoy lista.

—Okey, intentaré ir lo más lento posible.— le avisé y, Helena volvió a asentir. Arranqué la moto y aceleré, pude sentir como ella apretaba cada vez más fuerte mi cintura por el miedo a las motos que tiene. Sonreí de costado, e intenté ir más despacio.

Para llegar hasta mi barrio son como unos cuarenta minutos como máximo. Siempre llego en quince o veinte por la velocidad en que voy, pero esta vez tardé realmente esos cuarenta minutos por Helena.

Dios, odio ir despacio.

—¿Cuánto falta? — me preguntó alzando su voz, Helena. Giré un poco mi cabeza y la miré de reojo.

—Mirá a tu derecha. — le indiqué. Ella me hizo caso, giró su cabeza y pudo visualizar los dos puentes de La Boca.

Sentí su sonrisa.

—Con razón tu tatuaje en el cuello, nunca lo había entendido. — rió.

Su risa me provocó la mía, es demasiado linda y tierna. Es muy de cristal. Ella se caracteriza principalmente por su sensibilidad e intuición, es una piba compasiva, amorosa y transparente que sólo busca vivir en espacios armoniosos y equilibrados. Y eso me da un poco de miedo, porque con cualquier cosa se puede romper y sé que no volverá a ser la misma de siempre. Es frágil.

Unos minutos más tarde pasamos los puentes y llegamos a la "guarida secreta". Decidí esconder la moto en un callejón y nos bajamos de esta. Coloqué una funda negra encima del vehículo y pasó desapercibida. Sin darme cuenta Helena me tomó de la mano, nerviosa. Giré mi cabeza y la observé con miedo. Era obvio que el lugar le iba a dar mala espina.

—Si querés nos vamos ...

Me interrumpió.

—No.

—Está bien, tranquila. No te pasará nada, confía en mí. No dejaré que nada te pase, te lo prometo.— le pegué a mí y caminamos hacia la salida de ese callejón oscuro.

Creo que me arrepentí de haber dejado la moto ahí, no por mí, sino por Helena. Mierda. A punto de salir del callejón vimos como una figura se nos puso enfrente de nosotros y nos interrumpió la caminata. Oculté rápidamente a Helena detrás de mí y me enfrenté hacia el desconocido.

A los segundos pude visualizar bien quién era, tanto que por la oscuridad era imposible verlo. Y la puta madre, este pelotudo qué querrá ahora.

—¿Qué querés vos, pelotudo?

Este sonrió.

—¡Ehh, tranquilo, ameo'! — alzó sus manos en forma de paz, sonriendo con malicia en su mirar.

𝑨𝑻𝑹𝑬𝑽𝑰𝑫𝑶 ✓ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora