[2] ©Capítulo Diez: "𝙱𝚎".

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𝙿𝙾𝚅' 𝙼𝚊𝚝𝚎𝚘.

Abrí mis ojos con cuidado al sentir un rayo blanco en los mismos, hallándome todavía en la cabaña y sonreí al saber que no fue un sueño lúcido lo que ocurrió. Desvié mi mirada y la tenía a ella durmiendo al lado mío tan pacífica y tierna; que me daba pena levantarla. Comencé a besarle todo su rostro: frente, cabeza, nariz, mentón, sus labios... Esos labios que me hacen perder la cordura en tan solo sentirlos sobre los míos.

De repente sentí como se removió entre mis brazos y pecho, causándome ternura. Hasta que, lentamente, abrió sus ojos despacio encontrándome debajo suyo. 

No sabía qué decir. Abrió su boca para internar decir algo media sorprendida, pero logró balbucear; lo sabía; se arrepintió. Pero antes de que dijera algo, coloqué mi dedo índice sobre su boca y la callé, sonriendo.

—Sh, tranquila; no es un sueño — reí —... Buen día, preciosa.— la saludé.

Gracias a Dios me regaló una sonrisa y no se sentía tanta tensión en el ambiente.

—Dios mío, pasó... — aclaró lo que había pasado en la noche, ingenua pero divertida a la vez. Logró hacerme reír — ¡No te rías, pasó! — agarró su almohada y empezó a golpearme, enojada por mi "inmadurez" seguramente (aunque quién será más inmadura ahora).

Esquivé un almohadazo y coloqué mis manos con brusquedad sobre su cintura, deteniéndola. Rápidamente nos miramos; y me derretí al conectar con sus bellos ojos verde esmeralda. Ella se calló y sentí sus nervios, era como volver a nuestra adolescencia haciendo estas cosas. Para matar la tensión, comencé hacerle cosquillas de repente y Lenna empezó a reír.

—¡B-basta! — tomó mis manos entre las suyas e intentó frenarme — Sabés que odio que me hagan cosquillas.— se "enojó", apartándose de mí.

—Pero cuando lo hago yo, te encanta —La abracé y la pegué a mi cuerpo a punto de besarla.

Le causé una sonrisa.

—No te creas tan importante...— dije sensual y se giró tirando su pelo a un lado, me calentó esa actitud. Se sentó en la cama y se estiró, y no pude evitar tener las ganas de acariciar su bella espalda, hombros y cuello.

«Qué bueno sería hacerte un collar en tu cuello con mis manos» Pensé.

—Soy importante para vos, aunque te hagas la dura conmigo. Hay que admitir que te volviste un poco fría desde que volví, pero eso tiene remedio; regresé.— me acerqué hacia ella, sentándome detrás suyo y colocando cada pierna al lado de las suyas, pasando mis brazos alrededor de su cintura y deposité un beso en su hombro derecho, delicado.

Sentí como se le erizó la piel.

—Hasta en mis sueños anhelaba esto, no se sentía igual... — corrí su cabello a un lado y le dejé un beso húmedo en su cuello perfumado, haciéndola estremecer.

—Ya detente — intentó correrme pero abracé más fuerte su cintura y me aferré a su cuello —, Teo, en serio, ya.

Olí su perfume.

—Te echado mucho de menos, Len, tu cuerpo es mi perdición — le dije al oído, provocándole nervios. Pasé mis manos por su estómago a su cintura y empecé a subirlas hasta sus cosquillas casi cerca de sus pechos —. Sos hermosa.— volví a susurrar y le deposité un beso sobre su mejilla.

—Mateo, ya... — cargó su cabeza sobre mi hombro izquierdo, cerrando sus ojos.

—¿Qué, princesa? — giré mi cabeza, susurrándole al oído y dejaba otro beso en su misma mejilla, cariñoso.

𝑨𝑻𝑹𝑬𝑽𝑰𝑫𝑶 ✓ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora