[2] ©Capítulo Catorce: "𝚊𝚗𝚍".

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𝙿𝙾𝚅' 𝙷𝚎𝚕𝚎𝚗𝚊.

¿Qué se siente cuando crees que despertaste de una pesadilla que aún continúa? Así me sentía; despertar de una pesadilla que continúa en vida. Habían pasado dos semanas de esa noche en que me atacaron y decidí dar por finalizada esa situación: denunciar. Denuncié a esos tipos que intentaron matarme, y decidí alejarme de esa casa, yéndome a la de Samuel: que nos recibió con mucho gusto a mí y a mi hijo. Y en ese lapso de tiempo, también decidí que Matt no lo viera a su padre por seguridad y miedo, al menos hasta que las cosas se tranquilizaran. Mateo, llamó varias veces al día siguiente, pero luego me dejó en paz después de dejarme tres días para que me calmara: y habló con nuestro hijo; simplemente atendía el teléfono y se lo daba rápidamente a mi niño sin querer a hablar con él, no estaba lista para enfrentarlo. A veces pensaba que estaba más traumada yo que mi propio hijo, que jugaba lo más tranquilo y podía dormir. Pero tampoco eso quería decir que él no tuviera miedo: Al caer la noche, no le gustaba estar solo ni querer dormir solo; se angustiaba, y eso; me preocupaba como madre.

—¡Len! — me llamó Samuel, haciéndome sobresaltar del susto y llevándome una mano al pecho.

Lo miré asustada.

—Uff, me asustaste.. ¿Qué pasó, por qué entraste así? — le pregunté viendo cómo terminaba de introducirse a la habitación.

—Perdón, no fue mi intención. Tenés visitas — me emocioné de un salto al saber que Catalina había llegado como habíamos acordado ayer, hasta que Samuel intervino —, y no es Catalina.— me aclaró y nos miramos fijamente.

—¿Y quién es? — fruncí el entrecejo.

Él tragó seco bajando la mirada para luego verme nuevamente.

—Mateo, quiere hablar con vos y no se piensa ir hasta que no lo recibas — me comentó; y a punto de empezar a reprocharle, me interrumpió —: Len, yo no quiero peleas, ni mucho menos pelear con el padre de tu hijo. Ya tuvimos bastante, y no es mi problema, pero sí el tuyo. Así que ve a aclarar las cosas con él, ya pasaron dos semanas. Cualquier cosas: yo estoy acá.— me aseguró tomando mis manos y dándome seguridad.

Tragué seco.

—Está bien, iré abajo. Quédate con Matt.— dije, y salí de la habitación con nervios.

Me dirigí hacia las escaleras, y bajé tan rápido que mis pulmones se asfixiaron de la agitación y del llanto que venía en camino por volverlo a ver; caminando hasta el living, retrocedí, sintiendo miedo, y entré en una crisis nerviosa sí enfrentarlo o hacerme a un lado. A veces el miedo te hipnotiza sobre tu paradero.

Tomé aire y seguí caminando, y por fin llegué. Lo ví de espaldas; con sus manos guardadas dentro de su chaqueta y con capucha encima de la cabeza, cabizbajo. Él, al sentir una presencia detrás suyo, se giró sobre sus talones, y me hallé con esos ojos marrones profundos.

Sentí mi cuerpo estremecerse.

—Lenna.. — suspiró quitándose la capucha y mirándome con ganas de llorar; eso me debilitó — P-pensé. Pensé que no querías verm...— lo interrumpí.

—¿Qué hacés acá, Mateo?, ¿cómo averiguaste que Matt y yo nos encontrábamos acá? — me crucé de brazos a punto de quebrar en llanto.

Él tragó seco e intentó avanzar, pero retrocedí al instante.

—¡Te hice una pregunta! Y quiero que la respondas — me defendí y él se shockeó, quedándose en su lugar —, ¡ah no! Seguramente lo averiguaste por tu cuenta o con ayuda de tu equipo, como siempre ¿No? — usé ironía.

—Sé que estás furiosa, lo sé, pero quiero arreglar las cosas — intentó acercarse y me enojé más, volviendo a retroceder —. Len, por favor, perdóname.— quiso tomarme de los brazos y desvié mi mirada.

𝑨𝑻𝑹𝑬𝑽𝑰𝑫𝑶 ✓ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora