[2] ©Prólogo.

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[Les recomiendo ver el tráiler después de leer el prólogo. Ahora sin más; bienvenidos a la segunda parte de Atrevido; "La venganza"].


La máquina continuaba funcionando, el cuerpo tenía reflejos, sus dedos se movían en ocasiones, al igual que sus pies, pero nunca abrió los ojos de nuevo.

Se escuchó como abrieron la puerta de la habitación y entró un hombre de 1.70 de altura, ojos color café, castaño, moreno y 65 de peso. Tenía una gorra puesta y unos lentes oscuros también, avanzó hacia él y colocó ambas manos en el piecero de esta. Se lo quedó observando fijamente, soltó un suspiró, frustrado y dijo:

—Sé que me escuchás, y estaré acá para cualquier cosa que necesités — él sonrió —. Sabés que este no es tu fin, te analicé y vos no sos de tirar la toalla para nada. ¿Acaso seguirás así, sin despertar, dándole el gusto a esos hijos de puta? No, yo sé quién sos; y vos no te vas a ir de acá sin vengarte — vió las manos del individuo moverse —. Pero bueno, cuando quieras despertar y recuperar todo lo que perdiste en estos años, a tu mujer y a tu hijo. Despertá.— se alejó.

El cuerpo comenzó a moverse sobre la camilla de a poco. El chico de gorra y anteojos se alarmó al escuchar y ver los movimientos bruscos de la cama.

—¿Qué pasa? — murmuró sin entender nada, mientras se acercaba a la cama, la cual se estaba moviendo mucho —. Dios, ¿cómo es posible? — preguntó, incrédulo.

Él intentó posar una de sus manos sobre uno de los brazos del pelinegro, tratando de tranquilizarlo. Pero de pronto sintió como el de la camilla tomó su muñeca fuertemente.

—Boludo, ¿cuánto más vas a tardar? — un pibe de pelo negro y la cara llenas de tatuajes entró a la habitación, y se quedó en shock al ver quién tomaba la muñeca de su amigo, fuertemente —. La puta madre.

El cuerpo se dejó de mover, y él caminó lentamente hacia el individuo que se encontraba en la camilla, mientras el mismo continuaba con su agarre contra la muñeca de su amigo.

Los dos se miraron.

—¿Qué le estará pasando? — preguntó el de anteojos y gorra, medio preocupado y ansioso.

El muchacho lleno de tatuajes en el rostro se acercó hacia el pelinegro, que se hallaba con su mascarilla y con su expresión seria que casi siempre mostraba. Después de verlo unos segundos se tranquilizó, y alejó a su amigo de él, liberándolo de su agarre.

—¿Qué acabó de pasar, bro? — el de anteojos le preguntó sorprendido a su socio y amigo.

—Al parecer está sufriendo reflejos, dijeron que serían normales — le respondió, simplemente —. Pero por ahora, vámonos. Dejémoslo descansar tranquilo. — le dijo. Y cuando estaban a punto de salir de la habitación, escucharon algo detrás de sus espaldas, dejándolos helados.

—Helena, amor... estoy acá, sigo acá — ambos voltearon al mismo tiempo hacia el cuerpo. Lo vieron balbucear a través de la máscara de oxígeno, aún con sus ojos cerrados. Y su cabeza se movió hacia la dirección de ellos.

De repente los profundos ojos marrones se hicieron presentes, dejándolos en un estado de confusión y en shock. Tragaron seco.

Había despertado.

"Aunque presiente que voy a morir en cualquier momento por la vida de mierda que elegí, te prometí que viviría para siempre, y más si es para protegerte".

Esto no había acabado.

—Trueno... — susurró el de anteojos, sonriendo — ¿Cómo te encuentras?

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