41.- Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando.

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SEIS DÍAS DESPUÉS.

JULIA

El ambiente en general era devastador, apenas hablábamos entre nosotros, el hotel estaba invadido por media cúpula de mandos que habían venido de Madrid y al equipo y a mí sólo nos apetecía estar juntos y solos, aunque fuera sin dirigirnos la palabra.

María no dejaba de llorar, gritar y golpear puertas, preguntándose cómo era posible lo que había ocurrido.

Lo peor, sin duda, había sido acompañar a Natalia a informar a la familia de Alba. Ver a mi amiga, de nuevo absolutamente muda, delante de una madre, que no hacía tanto tiempo había enterrado a su marido, delante de una hermana que había perdido a su referente en la vida, fue demoledor.

Estaba en la habitación de Natalia, que trataba, sin éxito, de anudarse la corbata del uniforme. Su imagen se reflejaba en el espejo, pero su mirada no estaba allí, estaba perdida en un pozo profundo del que ni yo misma creí que fuese a volver a salir.

Parecía que había perdido diez kilos en una semana, unas profundas ojeras invadían su rostro, cuyos pómulos estaban más marcados que nunca.

- Natalia, deja que te ayude con el nudo, al final vas a dejar la corbata como una pasa - le pedí acercándome a ella y deshaciendo el nudo que ella había empezado.

- Me da igual, a ella le gustaría que llevase el nudo mal hecho ¿verdad? Seguro que se reiría de mí y estaría una semana con las mofas - respondió con una sonrisa amarga.

- Si... estoy segura de ello - le seguí, sonriendo ante aquella imagen.

Natalia soltó un sonoro suspiro, consciente de que no volvería a ver aquella imagen más allá de sus recuerdos y la enorme impotencia por no poder hacer nada por mi amiga, me invadió por completo.

Aún sentía escalofríos al recordar a Alba inerte en el suelo, totalmente pálida, con los labios morados e inconscientemente, mientras una Natalia cubierta por la sangre de su compañera, amiga, amada, se afanaba por taponar la herida e intentar despertar a la rubia, que no reaccionaba.

- ¿Sabes que no tienes por qué hacer esto, verdad, jefa? - le pregunté mientras le ponía la guerrera del uniforme y ceñía el brazalete negro en su brazo izquierdo.

- Lo sé, pero quiero hacerlo, necesito hacerlo, Julia, necesito que la gente sepa qué clase de persona era Alba, necesito que entiendan que una persona puede cambiar tu vida casi sin darte cuenta, que conozcan su enorme sentido de la lealtad, su paciencia y su bondad. Que el mundo sepa que el lema de la Guardia Civil, Alba lo ha llevado a límites inalcanzables.

- Vale, me parece bien, pero cuando lo vayas a hacer, si ves que no puedes, no te fuerces.

- Podré, sé que podré porque lo haré por ella – respondió con los ojos inundados.

Llegamos al funeral en varios vehículos oficiales de color negro, el Gobierno había propuesto un funeral oficial de Estado, que era lo habitual cuando un Guardia Civil moría en acto de servicio, sacrificando su vida por la de otras personas.

No había ganas de muchos actos, pero a Rafi le pareció una buena manera de honrar a su hija y aceptó la respuesta del Gobierno.

Habían decidido hacer un pequeño sepelio al aire libre, donde se pronunciarían unas palabras de los representantes del Estado y finalmente Natalia finalizaría la despedida, antes de que el personal asistente mostrase sus respetos a un féretro en el que reposaba, en su parte superior, el tricornio de Alba.

En el banco principal, la familia de Alba, al otro lado, las personalidades políticas y mandos de la Guardia Civil y custodiando el féretro, es posición de firmes y expresión desgarrada, cuatro de sus compañeros y amigos, con su uniforme de gala y el brazalete negro. María y Sabela en la parte delantera y Carlos y Damion en la parte trasera.

I GOT YOUR BACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora