21.- Es peligroso aquel que no tiene nada que perder.

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NATALIA

La reunión había sido más o menos tranquila, había estado informando a toda la cúpula del grupo de homicidios de los escasos, por no decir nulos, avances que habíamos tenido en el caso.

Evidentemente, no había sido bien visto por mis jefes que esperaban que, a estas alturas, ya hubiéramos identificado y detenido al asesino.

Tuve que explicarles que mis compañeros se estaban dejando la piel, y que estaban incluso poniendo su vida en peligro trabajando más horas que un reloj. Pero si el asesino no daba señales de vida, poco podríamos hacer para identificarlo y mucho menos detenerlo. De hecho, enfadada como estaba por sus exigencias de cara a la galería política, les recordé que nadie más que yo quería resolver el caso y que si me dejaban regresar a Alicante, podría ser de ayuda a mis compañeros, más que estar encerrada redactando informes como una rata de oficina.

Aquello me supuso una bronca monumental de mi Coronel, que me avisó que no me iba a permitir ni una salida de tono más y que si me volvía a deslizar, me sacaría del caso.

Tras disculparme por mi falta de subordinación y asegurarle que no iba a volver a ocurrir, les pedí permiso para salir de la video llamada para continuar con mi trabajo. Recibí el permiso y me desconecté.

* Uff, no sé qué me pasa, jamás un superior me había llamado la atención de esa manera*

Estaba claro que los nervios estaban a flor de piel, mi ansiedad crecía por momentos, y saberme lejos de la persona a la que quería atrapar, no ayudaba en absoluto. Por no hablar de la preocupación que sentía por poner en peligro a mis compañeras sin estar yo también en primera línea de fuego.

Me lavé las manos con gel, me coloqué el pelo y revisé los tablones de mi pared. Nuevamente escudriñé detenidamente todos los documentos que tenía en mi despacho sin ver nada nuevo, releí cada informe antiguo y nuevo, cada fotografía, y nada.

*Déjate ver, maldito bastardo... ¿Dónde coño estás metido? *

Me dediqué durante el resto de la mañana a hacer los cuadrantes de las guardias de mis compañeros y a trazar un nuevo plan para intentar ponerle un cebo al asesino. Era arriesgado, pero no se me ocurría nada mejor para intentar atraerlo. Había decido que aparte de María y Alba, Sabela también entraría en la ecuación. Cuantas más chicas que encajen con el perfil de las víctimas, más probabilidades de pillarlo.

Analicé cada escena del crimen anotando todos los patrones, examiné el símbolo y los mensajes hasta la extenuación, y nada.

Cuando di el trabajo por terminado a las 19:00 horas, me puse mi ropa de deporte e hice toda la tabla que tenía que haber hecho esa mañana. La rubia estaba desbaratando mis horarios, pero no iba a acabar con mis rutinas.

Lo di todo durante mi sesión de ejercicio hasta quedar totalmente exhausta, cuanto más pensaba en qué estaría haciendo Alba, más intensidad aplicaba a cada ejercicio, pretendiendo que el agotamiento la sacase que mi cabeza. No podía ser que mi vida girase exclusivamente en torno a dos temas. El Asesino del Infinito y Alba Reche.

Tenía que sacarla de mi cabeza como fuera, no entendía cómo una persona que me sacaba tantísimo de quicio, podía atraerme tanto como para hacer que perdiese tiempo de investigación o de mis rutinas diarias, sólo para pensar en ella. No podía contar la cantidad de veces al día que pensaba en la calidez de sus labios, en su voz inconfundible, su sonrisa perfecta y sus preciosos ojos que destilaban miel, alegría y dulzura.

Y no quería pensar en ella, porque llevaba años sin pensar en nadie. No quería esperar a que sonase el tono personalizado que había puesto a sus mensajes de WhatsApp, no quería desear oír su voz a cada segundo, era algo que me perturbaba muchísimo, porque no lo podía controlar y me estaba volviendo loca.

I GOT YOUR BACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora