27.- No camines delante de mí, puede que no te siga...

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NATALIA

No había podido pegar ojo en toda la noche, me rompía el corazón verla así, tan vulnerable y asustada, lo que me hacía sentir una inútil por no haber cogido aún a la persona que le había hecho llegar a eso.

Había estado toda la mañana pensando en qué estaría haciendo y si estaría bien y segura. No me explico aún qué fue lo que me llevó a confesarle en aquel mensaje que ella era mi debilidad, pero lo cierto es que lo era. Se había convertido en mi debilidad, y no sabía ni cómo lo había conseguido, pero ya sólo quería estar a su lado, oír su voz y ver su sonrisa. Me estaba viendo caer en un pozo cada vez más profundo y la ansiedad y el miedo a no poder salir de él bien parada, me generaba muchísimas inseguridades.

Decidí obviar ese mensaje del que ya estaba arrepentida y dedicarme a lo verdaderamente importante, el trabajo.

Había decidido finalmente quedar con Joan Garrido en las oficinas de la central para evitar cualquier mínima sospecha por su parte o cualquier encuentro fortuito con Alba o cualquiera de sus compañeros.

Cuando entré en la sala de interrogatorios vi a un joven nervioso, tenía las manos entrelazadas y se estaba pellizcando unas uñas con otras a la vez que movía las piernas sin parar.

- Buenos días, soy la teniente Lacunza, supongo que sabes por qué estás aquí - me presenté sentándome en la silla que estaba frente a Joan.

- Buenos días, si le soy sincero no lo sé, me han pedido que venga y he venido, pero no tengo ni idea de qué necesita - respondió en un hilo de voz.

- Vaya, veo entonces que tienes pocas intenciones de colaborar - ataqué esperando a ver su reacción.

- No sé cómo ha podido deducir de mis palabras que no quiero colaborar - cambió el tono y me miró desafiante - Estoy aquí ¿no?

* Vaya vaya, un chispazo, bien, vayamos por ahí *

- Bien, pues empecemos - abrí la carpeta que llevaba con documentación y fotografías de los asesinatos - Como sabrás, han ocurrido varios asesinatos por la zona, las tres víctimas eran estudiantes de tu universidad.

- Sí, todos en el campus lo sabemos - respondió ahora algo menos tenso.

- Según nuestras investigaciones, hemos tenido conocimiento de que tenías trato con una de las víctimas, háblame de eso.

- ¿Qué quiere que le diga? Pues sí, conocía a una de ellas del instituto, ya está, qué pesada.

- No creo que estés en posición de emplear ese tono - le reproché - ahora mismo estás aquí en calidad de testigo, pero como sigas por esos derroteros a lo mejor cambia la situación a alguna que implique unas pulseritas de acero. Tú decides.

Me miró sorprendido, resopló y se apoyó sobra la palma de su mano resignado.

- Conocía a Silvia, íbamos juntos al instituto y salimos unos meses. Lo dejamos hace ya años.

- ¿Quién dejó la relación? -pregunté buscando un posible motivo.

- ¿Es relevante? - respondió irritado.

- Por supuesto - repliqué seria - no te voy a preguntar tonterías porque sí, mi tiempo es demasiado valioso.

- Lo dejó ella, supongo que se cansó de mí y a otra cosa.

- ¿Tuvisteis discusiones después de aquello?

- ¿Qué insinúa? Me está cabreando ya, Teniente, no discutimos - levantó la voz - ella se cansó, lo dejó, se creía superior y decidió buscar a cualquier otro que encontrase por ahí, no pensaba ir detrás de ninguna zorra.

I GOT YOUR BACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora