Capítulo 57.

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La puerta trasera se abrió justo a mi lado. Y antes de que pudiera dar un paso atrás, sentí la punta de una espada en la garganta.
Oí cómo Lisa y Malia tensaban sus arcos. Mientras el dueño de la espada bajaba de la limusina, retrocedí muy despacio. No tenía otro remedio, me presionaba con la punta justo debajo de la barbilla.
El hombre sonrió con crueldad.

-Ahora no eres tan rápida, ¿Verdad, apestosa?

Era un tipo fornido con el pelo cortado al cepillo, con una chaqueta de cuero negro de motorista, jeans negros, camiseta sin mangas y botas militares.
Llevaba gafas de sol, pero yo sabía lo que ocultaba tras ellas, unas cuencas vacías llenas de
llamas. Justo como las de Fobos y Deimos.
Yo sabía quién era este tipo. El tenía la misma aura arrogante y fanfarrona de Clarisse

-Ares.- dije, y el dios de la guerra echó un vistazo a mis amigos.

-Descansen.- dijo.

Chasqueó los dedos y sus armas cayeron al suelo.

-Esto es un encuentro amistoso.- presionó un poco más la punta de la espada en mi garganta.- Me encantaría llevarme tu cabeza de trofeo, pero hay alguien que quiere verte. Y yo nunca decapito a mis enemigos ante una dama.

-¿Qué dama?.- preguntó Zöe.

Ares la miró.

-Vaya, vaya. Sabía que habías vuelto.- bajó la espada y me dio un empujón.- Zöe Belladona.-murmuró.- No andas en buena compañía.

-¿Qué pretendes, Ares?.- replicó ella.- ¿Quién está en el coche?

El dios sonrió, disfrutando de su protagonismo.

-Bueno, dudo que ella quiera ver a los demás. Sobre todo, a ésas.

Señaló con la barbilla a Malia y Lisa.

-¿Por qué no van a comer unos tacos mientras esperan? Luthor sólo tardará unos minutos.

-No vamos a dejarla sola contigo, señor Ares.- contestó Zöe.

-Además.- acertó a decir Winn.- La taquería está cerrada.

Ares chasqueó los dedos de nuevo, y las luces del bar cobraron vida súbitamente. Saltaron los tablones que cubrían la puerta y el cartel de "Cerrado" se dio la vuelta, y ahora ponía "Abierto".

-¿Decías algo, niño cabra?

-Haganle caso.- dije a mis amigos.- Yo me las arreglo sola.

Intentaba parecer más segura de lo que estaba. Aunque no creo que consiguiera engañar a Ares.

-Ya han escuchado a la chica.- dijo.- Es una chica fuerte y lo tiene todo controlado.

Mis amigos se dirigieron a la taquería de mala gana. Ares me miró con odio y algo parecido a la diversión; luego abrió la puerta de la limusina como si fuese el chofer.

-Sube, mocosa.- me ordenó.- Y cuida tus modales. Ella no es tan indulgente como yo con las groserías.
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Me quedé boquiabierta en cuanto la vi.
Olvidé mi nombre. Olvidé dónde me hallaba. Olvidé cómo se habla con frases normales.
Y todo se debía a la impresionante e inexplicablemente hermosa mujer que tenía delante de mí.
Ella llevaba un vestido rojo y el pelo rizado caía libremente sobre sus hombros.
Su cara era la más bella que había visto jamás: un maquillaje perfecto, unos ojos deslumbrantes, una sonrisa capaz de iluminar el lado oscuro de la luna.
Ahora que pienso en ello, no sabría decirte a quién se parecía. Ni tampoco de qué color era su pelo o sus ojos. No importa. Escoge a la actriz más guapa que tengas en mente. La diosa era diez veces más hermosa. Escoge tu color de pelo favorito, el color de los ojos, lo que sea. La diosa lo poseía y lo mejoraba.
Primero, cuando me sonrió, me dio la impresión de que se parecía un poco a Kara.

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