Capítulo 61.

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Nuestro padre.

Eso es en lo único que podía pensar. Y lo más horrible era que yo les encontraba un aire de familia.
Atlas tenía la misma expresión regia de Zöe. Y tenía la misma mirada fría y orgullosa que brillaba en los ojos de Malia cuando se enfurecía. Aunque, en su caso, con un tono mil veces más malvado. Él encarnaba todas las cosas que me habían disgustado de Zöe y Malia al principio y, en cambio, no poseía ninguna de las cualidades que había llegado a apreciar en ellas.

-Suelta a Artemisa.- exigió Malia.

Atlas se acercó a la diosa encadenada.

-¿Acaso te gustaría tomar el peso del cielo de sus hombros...? Adelante.

Malia abrió la boca para decir algo, pero Artemisa gritó.

-¡No! ¡No se te ocurra ofrecerte, Malia! ¡Te lo prohíbo!

Atlas sonrió con sorna. Se arrodilló junto a Artemisa y trató de tocarle la cara, pero ella le lanzó un mordisco y a punto estuvo de arrancarle los dedos.

-¡Aja!.- rió Atlas.- ¿Lo ves, hija? A la señora Artemisa le gusta su nuevo trabajo. Creo que cuando Cronos vuelva a gobernar pondré a todos los olímpicos a sostener por turnos mi carga. Aquí, en el centro de nuestro palacio. Así aprenderán un poco de humildad ese grupito de enclenques.

Miré de nuevo a Maggie y al semidios. Había algo, un sentimiento, o más bien una sensación familiar que sentía solo de verle.

-Ah sí, ella es nuestra más nueva integrante.- dijo Atlas cuando notó a quien miraba.- Tú, saluda a nuestras invitadas, y hazlo justo como te enseñamos.

Cuando Atlas dijo eso, la mestiza se enderezó, dió un par de pasos al frente, y se quitó el yelmo.

No estaba preparada para esto, y el solo mirar su rostro hizo que se me formara un nudo en el estómago por qué, delante de mí se encontraba Kara.
Ella miro primero a Zöe a los ojos, luego me miró a mí, pero no pude notar ninguna señal de reconocimiento.

-Mi nombre es Kara Zor-El, fiel sirviente del gran señor Atlas y próxima campeona del señor Cronos, por favor, sean bienvenidas.- dijo dándonos una profunda reverencia al final.

-No... Kara... Mi amor que te hicieron.- dijo Zöe mientras la miraba detenidamente.- ¡Que le hiciste maldito monstruo!

-¿Yo? Yo no hice nada.- respondió Atlas mientras metía las manos en las bolsas de sus pantalones.- Yo solo he podido interactuar con ella por... Cómo por una hora. En todo caso, todo el crédito de esto es de James. ¿Por cierto dónde está?

-Aun no llega mi señor. ¡Ustedes! Traigan a ese perdedor aquí de inmediato.- ordenó Kara a las dracanae.- Si me lo permite, puedo darle un escarmiento. Ese intento de mestizo debe de saber las consecuencias de sus errores.

-¿Crees que sea necesario? Porque creo que podríamos...

Estaba escuchando a Atlas cuando miré a Zöe y le di toda mi atención.
Ella intentaba decirme algo. Ella me señalaba a Maggie y a Kara con la cabeza, pero yo no podía hacer otra cosa que mirarla fijamente. No me di cuenta hasta ese momento, pero algo había cambiado en ellas: su cabello estaba veteado de gris.

-Es por sostener el cielo -murmuró Zöe, como si me hubiera leído la mente.- El peso debería haberlas matado.

-No lo entiendo, si Kara y Maggie sostuvieron el cielo y no murieron.- dije.- ¿Por qué Artemisa no puede soltarlo, sencillamente?

Atlas se echó a reír.

-¡Qué poco cerebro tienes niña! Este es el punto donde el cielo y la tierra se encontraron por primera vez, donde Urano y Gaia dieron a luz a sus poderosos hijos, los titanes. El cielo aún anhela abrazar la tierra. Por eso alguien debe mantenerlo a raya; de no ser así, se desmoronaría y aplastaría en el acto la montaña y todo lo que hay en cien leguas a la redonda. Una vez que has tomado sobre ti esa carga, ya no hay escapatoria.- Atlas sonrió.- A menos que alguien la tome de tus hombros y ocupe tu lugar.

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⏰ Última actualización: Aug 07, 2022 ⏰

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