Las cazadoras montaron el campamento en unos minutos. Siete grandes tiendas, todas de seda plateada, dispuestas en una medialuna alrededor de la hoguera. Una de las chicas sopló un silbato plateado. Y de inmediato, del bosque surgieron unos lobos blancos que empezaron a rondar en círculo alrededor del campamento, como un equipo de perros guardianes. Algunos olían algo en el aire y soltaban un pequeño lloriqueo. Como si buscaran algo y no lo encontraran. Las cazadoras se movían entre ellos y lez acariciaban la cabeza o les daban golosinas sin ningún miedo, pero yo decidí no alejarme de las tiendas.
Había halcones observándonos desde los árboles con los ojos centelleantes por el resplandor de la hoguera, y yo tenía la sensación de que también ellos estaban de guardia. Incluso el tiempo parecía doblegarse a la voluntad de la diosa.
El aire seguía frío, pero el viento se había calmado y ya no nevaba, con lo que resultaba casi agradable permanecer junto al fuego.
Casi... Salvo por el dolor del hombro y la culpa que me abrumaba. No podía creer que Kara hubiese desaparecido. Y por muy enfadada que estuviera con Zöe, tenía la sensación de que era cierto lo que me había dicho. Había sido por mi culpa.
¿Qué era lo que iba a contarme Kara en el gimnasio? Quizá nunca llegaría a saberlo. Recordé cómo habíamos bailado juntas media canción y me sentí aún más apesadumbrada.Al cabo de un rato, Leonard y Winn regresaron de su paseo. Una de las cazadoras me trajo mi mochila y Winn me ayudó a curarme el hombro.
-¡Lo tienes verde!.- comentó Leo, entusiasmado.
-No te muevas.- me ordenó Winn.- Toma, come un poco de ambrosía mientras te limpio la herida.
Empezó a curarme y yo hice una mueca de dolor, aunque la ambrosía ayudaba un montón. Entre eso y el bálsamo mágico que usaba Winn, me sentí mucho mejor en un par de minutos.
Leo se puso a hurgar en su propia mochila, que por lo visto las cazadoras habían llenado con todas sus cosas (aunque yo no tenía ni idea de cómo se habrían colado sin ser vistas en Westover Hall). Sacó un montón de figuritas y las dejó sobre la nieve. Eran réplicas en miniatura de los dioses y los héroes griegos, entre ellos Zeus con un rayo en la mano, Ares con su lanza, y Apolo con el carro del sol.
-Buena colección.- le dije.
Leo sonrió de oreja a oreja.- Casi los tengo todos, además de sus cromos holográficos. Sólo me faltan unos cuantos muy raros.
-¿Llevas mucho tiempo jugando a este juego?
-Sólo este año. Antes...- frunció el ceño.
-¿Qué pasa?.- le pregunté.
-Lo he olvidado. Es extraño.- parecía incómodo, pero no le duró mucho.- Oye, ¿me enseñas esa espada que has usado antes?
Saqué a contracorriente y le expliqué cómo pasaba de ser un bolígrafo a una espada cuando le quitabas la tapa.
-¡Qué asombroso! ¿Nunca se le acaba la tinta?
-Bueno, en realidad no lo utilizo para escribir.
-¿De verdad eres hija de Poseidón?
-Pues sí.
-Entonces sabrás hacer surf y buceo muy bien.
Miré a Winn, que hacía esfuerzos por contener la risa.
-Bueno, nunca lo he probado.- le dije.
Él siguió haciendo preguntas. ¿La chica que se desvaneció de quién era hija? ¿Me peleaba mucho con Kara, dado que era hija de Zeus? (Ésa no la respondí.) Si el padre de Kara era Zeus, el dios de los cielos, ¿cómo no se le había ocurrido nada mejor que tirarse por el acantilado?
(Tuve que contenerme para no estrangularlo.) ¿Kara era mi novia? (A esas alturas ya estaba a punto de meterlo en un saco y arrojárselo a los lobos.)
Supuse que iba a preguntarme cuántos puntos extra tenía, como si yo fuera un personaje de su juego, pero entonces se nos acercó Malia.
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Tú
RandomKara Zor-El no es una chica común. Ella es una semidiosa hija de Zeus, legado de Apolo, y poseedora de la bendición de 5 dioses. Ella pensaba que este año en el campamento mestizo sería uno tranquilo. Vaya que estaba equivocada. Kara tendra que lidi...