Capítulo 53.

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Lo mínimo que podía haber hecho la momia era volver andando al desván por su cuenta.
Pero no. Nos tocó a Winn y a mí llevarla de vuelta.

-¡Cuidado con la cabeza!.- me advirtió Winn mientras subíamos las escaleras.

Demasiado tarde...

Le di un trompazo al rostro momificado contra el marco de la trampilla y se levantó una nube de polvo.

-¡Diablos!.- la dejé en el suelo y miré a ver si había desperfectos.- ¿He roto algo?

-No sabría decirte.- dijo Winn encogiéndose de hombros.

Volvimos a levantarla y la colocamos en su taburete, los dos sudando y resoplando.
¿Quién habría dicho que una momia podía pesar tanto?

En vista de lo ocurrido, parecía evidente que el oráculo no iba a hablarme. Aun así, sentí un gran alivio cuando salimos del desván y cerramos la trampilla de un portazo.

-Que asco.- dijo Winn.

Él intentaba tomarse las cosas a la ligera para animarme, pero no obstante me sentía muy abatida. Todo el mundo debía de estar indignado conmigo por haber perdido frente a las cazadoras. Y además, estaba el asunto de la nueva profecía del oráculo. Era como si el espíritu de Delfos hubiese querido excluirme expresamente. No había hecho ni caso de mi pregunta y, en cambio, se había tomado la molestia de caminar un kilómetro para hablarle a Zöe y a Malia. Por si fuera poco, no había dicho nada de Kara; ni siquiera nos había dado una pista.

-¿Qué crees que decidirá Quirón?.- le pregunté a Winn.

-Me gustaría saberlo.- desde la ventana del segundo piso, miró ensimismado las colinas ondulantes cubiertas de nieve.- Ojalá estuviese ahí fuera.

-¿Buscando a Kara?

Tardó un segundo en asimilar mi pregunta. Y entonces se sonrojó.

-Claro, sí. Eso también. Desde luego.

-¿Por qué?.- pregunté.- ¿En qué estabas pensando?

Pateó el suelo con sus pezuñas.

-En una cosa que dijo la mantícora. Eso del gran despertar. No puedo dejar de preguntarme... Si todos esos antiguos poderes están despertando, quizá no todos sean malos.

-Te refieres a Pan.

Me sentí un poco estúpida: había olvidado por completo la gran ambición de Winn. El dios de la naturaleza había desaparecido hacía dos mil años. Se rumoreaba que había muerto, pero los sátiros no lo creían y estaban decididos a encontrarlo.

-He dejado que se enfríe el rastro.- dijo.- Siento una inquietud permanente, como si me estuviera perdiendo algo importante. Él está ahí fuera, en alguna parte. Lo presiento.

Yo no sabía qué decir. Me habría gustado animarlo, pero no sabía cómo. Mi propio optimismo había quedado pisoteado en la nieve del bosque, junto con nuestras esperanzas de capturar la bandera y salir victoriosos.
Antes de que pudiera responder, Clarisse subió las escaleras con gran estrépito.
Ahora, oficialmente no me hablaba, pero miró a Winn y le dijo:

-Dile a Lena que mueva el culo y baje ya.

-¿Para qué?.- pregunté.

-¿Ha dicho algo?.- le preguntó Clarisse a Winn.

-Eh... Pregunta para qué.

-He convocado un consejo con los líderes de cada cabaña para analizar la profecía.- dijo.- Lo cual, lamentablemente, incluye a Lena.

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