Capítulo 18.

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Apenas cerré los ojos comencé a soñar.
Nuevamente estaba parada en medio de un jardín. Y nuevamente vi a los dos niños de mi sueño anterior. Estaban tratando de alcanzar un león, al principio me alarme de ver a dos pequeños niños correr tras un león, pero esa preocupación desapareció cuándo el animal se tiró de espaldas y dejaba que los niños le rascaran la pansa.
La escena me pareció adorable. Y nuevamente sentí esa sensación de amor y felicidad recorrer mi cuerpo. Claro que eso se fue al carajo cuándo casi me da un infarto al notar que un bebé estaba jugando a meter sus manos en el hocico del león. Estaba por correr hasta el bebé para ponerlo en un lugar seguro, pero una ninfa apareció.

-Niños, saben que a su madre no le gusta que la bebé juegue de esa manera con el león.

-Él es inofensivo, además nada malo puede pasarnos. Para ser honesto no entiendo la necedad de nuestra madre de sobre protegernos tanto. Al menos mamá y nuestra tía nos dejan hacer este tipo de cosas, incluso nos dejan jugar con espadas.- dijo el pequeño niño rubio.

-Es su madre. Y uno de sus tantos trabajos es protegerlos siendo poderosos o no. Además, no creo que quieras que vuelva a pasar un incidente como el de hace dos semanas.

-Tiene razón hermano. Nuestra madre da mucho miedo cuándo se enoja.

-Bien. Pero sigo creyendo que es tonto que no nos deje divertirnos.

Dejé de prestar atención a la conversación al sentir algo pesado recargarse en mi pierna. Al mirar abajo vi que el león se estaba acurrucando a mi lado. Parecía bastante cómodo y felíz. No pude evitar pensar que este león me parecía muy familiar.
Volví a mirar en dirección a los niños, y ahora estaban en compañía de la versión adulta de Lena. Ella estaba cargando a la bebé y hablaba con los dos niños. Sentí curiosidad por saber lo que les decía, por lo que comencé a acercarme.
Estaba a solo unos pasos cuando desperté.
El torpe conductor había pasado un bache, y eso hizo que despertara.

Estuve despierta y aburrida un par de minutos hasta que una voz resonó.

-¿También te despertó el bache?.- preguntó Lena.

-Si. El conductor es un tonto. Estaba teniendo un buen sueño.

-¿En serio? Que soñabas.- preguntó Lena con curiosidad.

No sabía que decirle. No podía decirle "soñaba con tu sexi versión adulta y un par de adorables niños." El solo pensarlo me hizo ruborizar. Afortunadamente ella no podía verme bien en la oscuridad, así que mentí.

-amm....soñaba con...con mi madre.

-Oh vaya. Eso es...genial...creo.

Guardamos silencio durante varios kilómetros. La cebra y el antilope comían animadamente, y el león lamía lo que quedaba de carne y me miraba esperanzado.

-Cuándo estuve en el campamento noté que todos llevaban collares con cuentas. Maggie dijo que simboliza los años que el portador lleva en el campamento.

-Cuál es el punto Lena.

-Esa cuenta del pino.- preguntó Lena.- ¿es del primer año?

Miré mi collar. No me había dado cuenta de lo que estaba haciendo.

-Sí.- contesté.- Cada agosto, los consejeros eligen el evento más
importante del verano y lo pintan en las cuentas de ese año para conmemorar un año más de servicio. Tengo el pino de Zöe, un trirreme griego en llamas, un centauro con traje de graduación, a Dioniso en traje de baño... Bueno, esos sí que fueron unos veranos muy raros...

-¿Entonces cuántas cuentas tienes?

-Yo tengo nueve cuentas, o sea nueve años de servicio. Eso me hace una de las campistas más veteranas.

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