Capítulo 39.

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Acabábamos de terminar un pequeño tour por el barco, que habíamos hecho sin muchas ganas a través de una serie de camarotes sombríos, atestados de marineros muertos. Habíamos visto el depósito de carbón, las calderas y máquinas, que resoplaban y crujían como si estuvieran a punto de explotar.
Habíamos visto la cabina del piloto, la santabárbara y las torretas de artillería (que eran los sitios preferidos de Clarisse): dos cañones Dahlgren a babor y estribor, y dos cañones Brooke a proa y popa, todos preparados para disparar bolas de bronce celestial.
Donde sea que fueramos, los marineros confederados nos miraban fijamente, con aquellas caras fantasmales y barbudas que relucían bajo sus cráneos. Alex les cayó bien en cuanto les dijo que era hija de Ares.
Al principio también se interesaron por mí, por el hecho de llamarme Luthor, al parecer existió un sargento con el mismo apellido, pero lo estropeé al decirles que era de Nueva York. Todos se pusieron a silbar y maldecir a los yanquis.
Lex les tenía pánico, por lo que durante todo el paseo le insistió a Alex para que le diese la mano, cosa que a ella no le entusiasmaba demasiado.

Por fin, nos llevaron a cenar. El camarote del capitán del CSS Birmingham tenía el tamaño de una despensa, pero aun así era mucho mayor que los demás camarotes del barco. La mesa estaba preparada con manteles de lino y vajilla de porcelana; había mantequilla de maní, sandwiches de gelatina, patatas fritas y SevenUp, todo ello servido por esqueléticos miembros de la tripulación. A mí no me apetecía nada ponerme a comer rodeada de fantasmas, pero el hambre acabó venciendo mis escrúpulos.

-¿Quién te ha dado este barco? O de donde lo sacaste. Por que realmente dudo que Kara también tenga barcos escondidos cerca de sus refugios.

-Me lo dio mi padre.- ella contestó.

-¿Ares?

Clarisse me miró con desdén.

-¿O es que crees que tu papi es el único con potencia naval? Los espíritus del bando derrotado en cada guerra le deben tributo a Ares. Es la maldición por haber sido vencidos. Le pedí a mi padre un transporte naval... Y aquí está. Estos tipos harán cualquier cosa que yo les diga. ¿No es así, capitán?

El capitán permanecía detrás, tieso y airado. Sus ardientes ojos verdes se clavaron en mí con expresión ávida.

-Si eso significa poner fin a esta guerra infernal, señora, y lograr la paz por fin, haremos lo que sea.
Destruiremos a quien sea.

Clarisse sonrió.

-Destruir a quien sea. Eso me gusta.

Lex tragó saliva.

-Clarisse.- dijo Alex.-. Por que no me dijiste que tu plan era pedirle un barco a papá. Pude haberte ayudado a...

-Alex, sin ofender, pero no es como que tengas la mejor "relación" con nuestro padre. Ya sabes, sigue enfadado.- dijo, y el rostro de Alex se puso de un color rojo que pensé era se enfado.

Por otro lado, Clarisse apoyó los pies en el mantel de lino blanco y abrió una botella de SevenUp.- Capitán, llévelos abajo y asígneles unas hamacas en los camarotes.
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El sueño llegó en cuanto me quedé dormida.
Winn estaba sentado junto al telar, deshaciendo desesperadamente la cola de su vestido de novia, cuando la roca rodó hacia un lado y el cíclope bramó:

-¡Aja!

Winn soltó un aullido.

-¡Cariño! No te había... ¡Has hecho tan poco ruido!

-¡Estás deshaciéndolo!.- rugió Polifemo.- O sea que ése era el retraso.

-Oh, no. Yo no estaba...

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