Por fin había encontrado algo en lo que era buena de verdad.
El vengador de la reina Ana respondía a todas mis órdenes. Yo sabía qué cabos tensar, qué velas izar y en qué dirección navegar. Avanzábamos entre las olas a unos diez nudos, según calculé. Y lo bueno es que incluso comprendía qué velocidad era ésa. Para un barco de vela, era bastante rápido.
Todo parecía perfecto: el viento a favor, las olas rompiendo contra la proa.
Pero ahora que nos encontrábamos fuera de peligro, sólo conseguía pensar en lo mucho que echaba de menos a Lex y en la inquietante situación de Winn.
Tampoco conseguía quitarme de la cabeza mi estúpida manera de complicar las cosas en la isla de Circe. De no ser por Alex, todavía sería un pequeño perrito junto a un montón de piratas peludos. Pensé en lo que Circe me había dicho: "¿Lo ves, Lena? Has liberado tu verdadero ser."
Aún me sentía cambiada. No sólo porque tenía un repentino deseo de comer raíces y frutas, sino que, además, me notaba asustadiza, como si el instinto de un animalito formase ahora parte de mí. O quizá siempre había estado allí. Aquello era lo que me preocupaba de verdad.Navegamos toda la noche. Alex intentó echarme una mano en el puesto de mando, pero navegar no era lo suyo. Tras unas cuantas horas de balanceo, su cara se puso palida y bajó a tumbarse en una hamaca.
Yo observaba el horizonte. Divisé monstruos más de una vez. Vi un penacho de agua tan alto como un rascacielos elevándose a la luz de la luna. Luego una hilera de púas verdes se deslizó entre las olas: un reptil, o algo así, de unos treinta metros de largo. No tenía muchas ganas de averiguarlo.
También llegué a ver nereidas, los brillantes espíritus femeninos del agua. Les hice señas, pero desaparecieron en las profundidades, dejándome con la duda de si me habían visto o no.
Poco después de medianoche, Alex subió a cubierta. Precisamente en aquel momento pasábamos junto a una isla con un volcán humeante. El agua en torno a la orilla burbujeaba y despedía vapor.-Es una de las fraguas de Hefesto.- dijo Alex.- Donde construye sus monstruos de metal.
-¿Como los toros de bronce?
Ella asintió.
-Rodea y ponte a una buena distancia.
No necesité que me lo repitiera. Nos alejamos de la isla y muy pronto no fue más que un borrón de neblina roja a popa.
-Ve a acostarte un rato.- me dijo Alex por fin después de un rato.- Necesitas descansar.
Asentí. Me pesaban los ojos. Pero cuando bajé y me tendí en una hamaca, me costó mucho conciliar el sueño.
_______________No soñé con Winn.
En cambio, me encontré en una parte del bosque del campamento.
Al principio no noté nada, solo hasta que escuché a alguien quejándose, noté que Kara se encontraba no muy lejos de mi. Y para mi sorpresa, no estaba sola.-Te dije que tuvieras cuidado.- le dijo la chica, de la cual reconocí la voz, era Imra.- Y lo primero que haces es lanzarte hacia los gigantes y... Mira como te dejaron el peto. Y ni hablar del casco.
-Bueno, demos gracias que eso fue lo único que abollaron.- respondió Kara sonriendo.
-Sí, que bueno que dejaron inservible la armadura que te regalé.
-Velo de esta manera, si me protegió.
-Mejor cállate, solo me estas enfadando más.- dijo Imra con el seño fruncido.- Ahora ponte de pie para que pueda quitarte el peto y la playera.
-Imra Ardeen ¿A caso quieres desnudarme?
-Deja de decir tonterías y levantate, tengo que tratar tu herida.- respondió algo ruborizada.- Además, no es como que tuvieras algo nuevo para mostrarme.
Mi sueño cambio, y ahora estaba de nuevo en el camarote de Maggie, a bordo del princesa andrómeda. Las cortinas estaban abiertas. Era de noche, y el aire se fue llenando de sombras, de voces que susurraban a mi alrededor. Eran los espíritus de los muertos.
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Tú
RandomKara Zor-El no es una chica común. Ella es una semidiosa hija de Zeus, legado de Apolo, y poseedora de la bendición de 5 dioses. Ella pensaba que este año en el campamento mestizo sería uno tranquilo. Vaya que estaba equivocada. Kara tendra que lidi...