Capítulo 19.

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Empecé a hablar con los demás, y descubrí que no era fácil. Estaban pegados a la pantalla del televisor, o al videojuego, o a su comida, o a lo que fuera. Encontré un tipo que me dijo que estábamos en 1985. Otro en 1993. Todos aseguraban que no llevaban demasiado tiempo, sólo unos días, como mucho unas semanas. En realidad ni lo sabían ni les importaba.
Entonces se me pasó por la cabeza: ¿cuánto tiempo llevaba yo allí?
Parecía solo un par de horas, pero ¿cuánto había sido? Intenté recordar por qué estábamos allí. Ibamos a Los Ángeles. Teníamos que encontrar la entrada del inframundo. La madre de Lena... Por un horrible instante me costó recordar como su madre encajaba en todo.
Después recordé.
Tenía que evitar que Hades causara la tercera guerra mundial.

Estuve buscando a Lena por un largo rato hasta que la encontre construyendo aún su ciudad.

-Vamos.- le dije.- Nos marchamos.

No hubo respuesta.

-¿Lena?.- ella pareció molestarse.

-¿Qué?

-Tenemos que irnos.

-¿Irnos? ¿De qué estás hablando? Si acabo de construir las torres...

-Este sitio es una trampa.- no respondió hasta que volví a sacudirla.

-¿Qué pasa?

-Escucha. Tenemos una misión, ¿recuerdas?

-Oh, Kara, sólo unos minutos más.

-Lena, aquí hay gente desde mil novecientos setenta y siete. Niños que no han crecido más. Entras y te quedas aquí para siempre.

-¿Y qué?.- replicó.- ¿Te imaginas un lugar mejor?

La agarré de la muñeca y la aparté del juego.

-¡Oye!.- me gritó, e intentó pegarme, pero nadie se molestó siquiera en mirarnos. Estaban demasiado absortos en sus actividades.

La obligué a mirarme a los ojos.- Lillian Luthor. Tu madre.- le dije. Eso la estremeció y le aclaró la mirada.

-Oh, santo Olimpo.- musitó.- ¿Cuánto tiempo llevamos...?

-No lo sé, pero tenemos que encontrar a Winn.

Tras buscar un buen rato, lo vimos jugando al cazador virtual.

-¡Winn!.- llamamos.

El contestó.- ¡Muere, humano! ¡Muere, asquerosa y contaminante persona!

-¡Winn!

Se volvió con la pistola de plástico y siguió apretando el gatillo, como si fuera otra imagen en la pantalla. Miré a Lena, y entre las dos lo agarramos por los brazos y lo apartamos. Sus zapatos voladores desplegaron las alas y empezaron a tirar de sus piernas en la otra dirección mientras gritaba.

-¡No! ¡Acabo de pasar otro nivel! ¡No!

El botones del Loto se acercó presuroso.

-Bueno, bueno, ¿están listos para las tarjetas platino?

-Nos vamos.- le dije.

-Qué lástima.- repuso él, y me dio la sensación de que era sincero, como si nuestra partida le doliera en el alma.- Acabamos de abrir una sala nueva entera, llena de juegos para los poseedores de la tarjeta platino.

Nos mostró las tarjetas. Sabía que si aceptaba una, jamás me iría. Me quedaría allí, feliz para siempre, jugando para siempre, y pronto olvidaría a mi madre, a mis amigos, mi misión e incluso mi propio nombre. Jugaría al francotirador virtual con Darrin el "enrollado" por los siglos de los siglos.
Winn tendió un brazo para tomar la tarjeta, pero Lena le dio un golpe y la rechazó.

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