61. Arriesgando la vida

651 69 203
                                    


SAEYOUNG

Miré a Saeran, el cual parecía en shock con las lágrimas al borde del precipicio que ahora eran sus ojos.

Todo había salido mal. Tomé aire y con la cara empapada salí del vehículo con la esperanza de que ella estuviese bien.

Al acercarme al lugar vi un gran hoyo en el suelo y restos del transporte por todas partes, pero ni rastro de Hana.

Grité su nombre una y otra vez en mi desesperación. De verdad esperaba que hubiese saltado del coche y que estuviese en cualquier lugar de la carretera, a salvo. No quería pensar que su cuerpo podría haberse desintegrado por completo debido a la explosión, ¡no era posible!

Mientras me dejaba la voz buscándola llegó la policía y una ambulancia. Estos querían obligarme a que me alejase del lugar y me agarraron para apartarme pero me resistí, no pensaba irme dejándola allí, tenía que estar a salvo, ¡debía encontrarla!

Las autoridades insistieron y continué forcejeando hasta que mi hermano me tomó del brazo gritándome, tratando de que me metiese de nuevo en el automóvil.

—¡Vamos, joder! —Sabía bien que estaba sufriendo como yo, pero no por eso iba a hacerle caso. Estaba dispuesto a encontrarla.

—¡No pienso irme sin ella! ¡¿entiendes?! —me deshice de su agarre con brusquedad.

—¡Su coche explotó, Saeyoung! ¡lo viste igual que yo!

—¡Eso no quiere decir que estuviese allí! —me desgarré la garganta—. Pudo salir antes o...

—¡Por eso deberíamos ir yendo al hospital más cercano a preguntar!

—¿Y si nadie la ha visto y está inconsciente en algún lugar? ¡no puedo irme! ¡no puedo! —Mi llanto continuaba así como el dolor en mi pecho.

Mis piernas flaqueaban y caí de rodillas, apoyando las palmas en el suelo. No podía parar de llorar, no era posible, nada de eso lo era. Parecía un mal sueño del que debía despertarme, pero no ocurrió así.

Pasaron tres días, tres días sin saber de ella.

Tres días en los que mi hermano y yo no dormíamos intentando averiguar su localización, ya que no la encontraron en el accidente, o más bien intento de asesinato, puesto que habían colocado una bomba bajo el vehículo.

Preguntamos en todos los hospitales posibles y no estaba en ninguno, era como si se la hubiera tragado la tierra.

Fuimos a su piso para ver si se encontraba allí y vimos que su portátil había desaparecido. La ventana estaba rota y había varios objetos esparcidos por los alrededores, como si hubiese habido un enfrentamiento.

No quería pensar que mi padre había tenido algo que ver en ello, pero mi instinto me decía lo contrario.

Nos pusimos a rastrear la IP de su ordenador para averiguar dónde se encontraba, pero estaba siendo una tarea dura ya que había un hacker que nos impedía el acceso. Alguien que estaba tratando de sabotearnos.

Esperaba que no la tuviesen retenida, que escapase, ya que si había sido secuestrada por los hombres de mi padre lo más probable era que... no, no quería pensar en cosas malas, debía estar bien.

Tenía que mantenerme fuerte y seguir luchando. Iba a encontrarla fuera como fuese. Lo haría con la ayuda de mi hermano, quién parecía muy concentrado en la tarea.

Seguíamos trabajando cuando sonó la puerta. Se trataba de la inspectora rubia del caso de Seok. En cuanto Saeran la vio se puso en pie.

—Meg, ¿qué haces aquí?

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora