54. Caso de asesinato

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Me estaban mirando con cara de corderitos degollados, como si esperasen que los escogiese en preciso momento, ¿pero cómo iba a hacerlo? Saeyoung me gustaba mucho, pero Saeran... ¿por qué diablos reaccioné así por él? ¿por qué me sentía tan furiosa al verlo con otra mujer? No entendía qué efecto provocaba en mí para sentirme de esa forma y el porqué me importaba tanto.

Antes de conocerlos ni tan siquiera me había preocupado lo más mínimo por nadie más que yo. Todos podían desvanecerse del planeta que a mí me daba igual. Sin embargo, las cosas habían cambiando y no sabía cómo aceptar eso, cómo asimilarlo y escoger. Porque tenía que escoger, ¿cierto? ¿no podía... tenerlos a ambos?

Suspiré, echándoles un vistazo. Eran tan guapos y perfectos, maldita sea.

Primero necesitaba averiguar lo que sentía por el pelirrojo, si solo era una fuerte atracción o si de verdad lo amaba. No podía tomar una decisión así sin saber aquello, por lo que evadí la respuesta.

—¡Bueno! Hace un tiempo espléndido, ¿verdad? —pregunté levantándome de golpe del sofá.

—¿Qué? Hana... —El que llevaba una toalla enredada en la cintura se puso de pie, agarrándome el brazo. Su mirada era de preocupación, angustia—. ¿Por qué no le dices que me quieres a mí? Sal conmigo y cerremos este círculo interminable —rogó.

—Quizás no quiera salir contigo —replicó su hermano, poniéndose a nuestra altura—. Tal vez le guste más yo.

—¿Qué dices? Eso es imposible, Hana y yo tenemos una relación mucho más profunda, nos conocemos desde hace años, ¿entiendes? —señaló el pelirrojo—, siento decírtelo así, porque sé que sientes algo por ella, pero no creo que tengas nada que hacer.

Saeran chasqueó la lengua.

—¿No conoces el dicho? donde hubo orgasmos, siempre quedan las ganas de follar —atacó—. ¿Qué más da que os conozcáis de hace años? La mayoría de personas casi nunca se quedan con su primer amor. Estadísticas.

—Oh, espera, ¿de hecho eso lo dices por tu novia actual, a la que ni tan siquiera te has dignado a contarle la verdad? Siento lástima por ella —se mofó el de cabello rojo.

Saeran apretó la mandíbula, agarrando de pronto el cuello de su gemelo.

—¡Ya basta! —grité, separándolos—, dejad de discutir e iros.

—¿Qué? Pero nosotros íbamos a... bañarnos —el pelirrojo desvió la mirada hacia su hermano, aclarándose la garganta. Una nube de rubor le cubrió las mejillas. Dios, estaba tan guapo así—, ¿recuerdas, pequeña?

—Déjate de eufemismos, ya os he visto follar muchas veces —informó el de ojos verdes.

—¿Cuántas, para ser exactos? —Me crucé de brazos. Quería saber más sobre aquello. ¿Nos vio mientras lo hacíamos, estando ahí presente?

—¿Eh? Bueno... muchas, ¡por las cámaras de su apartamento! —aclaró—, estaba vigilándote, nada más —clavó los ojos en su hermano y se observaron como si supiesen algo que yo desconocía.

—¿Pasa algo? —insistí.

—¡Nop! ¡nada de nada! —se adelantó el pelirrojo.

Fruncí el ceño. Estaba actuando de forma muy sospechosa. Sentía como si fuera la única que me hubiese perdido muchos capítulos de esta historia y eso no me gustaba nada.

—Así que vete, Saeran —continuó—, Hana y yo tenemos cosas que hacer.

—¿Qué pasa, Saeyoung? —perseveré—, ¿qué me ocultáis?

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora