Ódiame. 6: Portémonos mal

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Jumin me había colgado después de exigirme que fuese a su encuentro. Reveló saber algunas cosas sobre el asunto de Saeran, ¿pero de qué se trataba con exactitud?

—¿Qué ocurre? —indagó Saeyoung.

—Jumin dijo que lo sabía todo, refiriéndose a tu hermano —contesté, levantándome y agarrando el bolso.

—¿Qué? —arqueó las cejas, con la boca entreabierta.

Avancé hasta la puerta y antes de que pudiese salir me sujetó del brazo con fuerza.

—Espera, no puedes irte así.

—Por supuesto que puedo irme, mi prometido me espera, ¿recuerdas?

Escuché como soltaba un suspiro y sus manos se tensaron alrededor de mi muñeca.

—¿Y qué? No tienes porqué darle explicaciones de tu pasado —argumentó, sin soltarme.

—Tampoco tendría porqué estar aquí, contigo, ¿no? —rebatí, cruzándome de brazos.

—Eso... es distinto.

—¿En qué?

—En que antes dijiste que aún me amabas —soltó después de un rato—, no puedes dejarme así, te pedí que me lo demostrases —sus manos envolvieron mis mejillas.

—Ah, ya veo, pretendes conseguir algo de mí sin darme nada a cambio —me reí—, ni siquiera admitiste que aún me amas —remarqué, alejándome.

—Hana —volvió a agarrarme del brazo, impidiendo que me fuese.

—Suéltame —ordené, librándome de su agarre—. Puedes quedarte ya, esta noche. Tengo una moto en la cochera, así podrás ir mañana a trasladar tus cosas del hotel —informé con frialdad.

—Espera, por favor, no te vayas —rogó una vez más, agarrándome de los hombros.

—¿Qué cojones te pasa? —me estaba sacando de mis casillas.

—Perdona, y... gracias por dejarme quedar aquí —añadió, soltándome.

—Ya, lo que sea. Oh, y ni se te ocurra traer a ninguna furcia a mi casa —advertí, levantando el dedo.

Vi como esbozó una sonrisa sincera, por primera vez desde que nos vimos hoy.

—¿Sigues poniéndote celosa por mí? Qué linda —se relamió el labio con una expresión pícara.

—Cállate —exigí, agarrándole del cuello de la camisa con furia.

—Cállame —rebatió, colando una de mis manos bajo la prenda, por abajo, en la zona del torso, en la que podía percibir sus perfectos y calientes músculos.

—Saeyoung, tengo que irme —traté de contener mis impulsos, aunque era innegable que seguía poniéndome súper cachonda.

—¿Por qué? Puedes hacerme lo que quieras —su lengua recorrió mi cuello y aguanté la respiración.

—Ya basta —me separé de golpe—, no conseguirás nada, me voy.

Me giré para hacer lo prometido y sus brazos me rodearon la cintura desde atrás.

—Espera, quiero pedirte algo antes de que te vayas.

—No tienes derecho a...

—No te acuestes con Jumin —demandó, dejándome sin palabras.

—Sabes que no puedo prometerte eso —respondí, frotándome la sien.

—Entonces tampoco puedo prometerte no acostarme con cualquier chica —expresó, vengativo.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora