Ódiame. 22: Club BDSM (parte I)

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Iba en el avión de vuelta a casa, pensando en todo lo que acaba de ocurrir y en cuánto me jodía tener que haber dejado a Saeyoung allí, cuando Jumin me habló.

—Así que Saeyoung... ¿cuándo pensabas decírmelo?

—¿Qué más da? Ya no estaba con él.

—Era un dato importante para mí y para colmo lo besaste.

—¿Y? Hemos terminado, todo lo que te he dicho iba en serio.

—Ese chico no te conviene —replicó—. Te ha traicionado, dudo que sepa cómo amar a una mujer, estarás mejor conmigo, retomemos los planes de boda.

—No lo entiendes, ni siquiera me conoces de verdad, Jumin.

—Puede que no te conozca tan bien, pero si algo sé es que estabas tan perdida como yo la noche en la que nos conocimos.

No pude evitar acordarme de aquel momento. Era una de esos días de mierda en los que no quería pensar en nada. Por aquel entonces llevaba el pelo largo y teñido de un color violeta casi negro, al igual que el labial, el cual impactó en la camisa de Jumin en cuanto nos chocamos.

Iba distraída buscando a mi cita a ciegas de aquella vez y en cuanto me volteé, ahí estaba el empresario, frente a mí, en un club BDSM de Busán, con posibilidad de intercambios de parejas.

Me sostuvo para que no me cayese y nuestros ojos se encontraron por primera vez. Nos quedamos viendo por unos segundos. Ambos llevábamos unas máscaras de estilo veneciano, ya que era una fiesta temática.

—Mierda, lo siento —solté sin moverme ni una pizca. Estaba apoyada en sus hombros.

Por suerte, iba con traje y camisa negra, por lo que no se notaba tanto. Iba muy guapo, a juego con mi vestido del mismo color, el cual era palabra de honor y tenía una raja en la pierna.

—No se disculpe, yo también estaba algo distraído —contestó, sin dejar de mirarme.

—Podría limpiarte eso en el lavabo —me ofrecí.

—No es necesario —nos quedamos viendo una vez más y acto seguido me separé.

—Perdona, iré a buscar a mi cita —me di la vuelta y cuando iba a retomar mi búsqueda, su voz me detuvo.

—Espere, pensándolo mejor, yo también tengo una cita y debería estar presentable, ¿no cree?

Esbocé una sonrisa antes de girarme de nuevo.

—¿En serio? ¿y qué sugieres? —me acerqué un poco más y pude oler el perfume tan agradable que llevaba. Era bastante sexi.

—Te has ofrecido a limpiar el desastre, ¿no? —me tuteó.

—Ya veo... vamos —inicié el camino al aseo, haciendo que me siguiera.

Cerré la puerta tras de mí y abrí el agua, empapando un papel. Luego me giré hacia este, frotando la mancha con suavidad. De vez en cuando clavaba la vista en la suya, el cual no despegaba su mirada de mí. Noté cómo se relamía el labio, observándome.

—Tienes unos ojos espectaculares —admitió después de un rato.

—Ese piropo está muy visto —me mofé.

—¿Ah, sí? Supongo que te lo habrán dicho en muchas ocasiones.

Me encogí de hombros, sonriendo.

—¿Has quedado con tu pareja? —indagó.

—Pff, no, ni loca, más bien es una cita a ciegas. Hago mucho eso, últimamente —desvié la mirada, pensando en lo monótona que había sido mi vida desde el día en el que me fui de Seúl.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora