40. Promesas incumplidas

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La puta había sido eliminada y se sentía increíble. Procedí a deshacerme de ella con químicos en la bañera, librándome del cadáver, y limpié todo, incluido a mí misma, antes de salir de allí.

Recorrí el largo pasillo, tranquila, como si estuviese en mi casa y me encontré con la persona que menos quería ver en ese instante. La ex novia zorra del gemelo maligno.

Vino hacia a mí y se quedó plantada, mirándome.

—¿Yang Mi, verdad? —me adelanté, ya que la estúpida seguía observándome sin mediar palabra.

—¿Estabas con Rika? —ignoró mi pregunta y fue directa al grano.

—Sí, me la tiré. —Si no podía matarla, al menos quería joderla todo lo que pudiese. La chica frunció el ceño, y dejé escapar una media sonrisa—. Me comentó que teníais una relación abierta —continué.

—Solo es abierta por su parte.

—Oh, una lástima —agregué con sorna.

—¿Tú no estabas con el pelirrojo? —sonaba enfadada.

—¿Cómo lo sabes, me espías? —repliqué.

—¿También te... acostaste con Saeran? —Me examinaba sin parpadear, parecía que le había costado mucho hacerme esa pregunta. No pude evitar reírme ante su estúpida cara.

—¿Y qué? ¿te crees con derecho a preguntar después de lo que le hiciste? —reproché, echándole una mirada de odio.

—Tú no tienes ni idea de mi situación, ni de lo que he pasado. Solo conoces su versión.

—Con esa me basta, está claro que eres una putita. —Ya me estaba cabreando, por lo que ataqué.

—No entiendo qué ha visto él en ti —comentó—, tal vez sean esas tetas falsas que tienes. —Me reí ante su ataque tan simple.

—Toca, son naturales. —Agarré su mano para ponerla en uno de mis pechos, todavía con una sonrisa en la boca. Vi cómo enrojecía un poco, ¿acaso le gustaba?—. ¿Celosa? —me burlé, alzando una ceja.

La puta apartó su mano de golpe, resoplando.

—Deberías alejarte de Saeran. —¿Cómo se atrevía a decirme eso? Mi sonrisa se desvaneció y la tomé del brazo, empujándola a una de las habitaciones vacías. Cerré la puerta y la agarré de la garganta con fuerza.

Comenzó a respirar con dificultad y sus ojos se llenaron de preocupación.

—¿Por qué pareces tan celosa? ¡eh! —grité—. ¿No era que no le querías?

—¡S-suéltame! —habló con dificultad.

—¡Lo abandonaste por la rubia de mierda! ¿por qué no te metes en tus asuntos, en lugar de seguir jodiéndolo? ¿no sabes lo que está sufriendo por ti? —El corazón me latía desbocado. Quería matarla, quería hacerlo con todas mis fuerzas.

Llevé una de las manos hacia mi pierna, dónde tenía el cuchillo, pensando si hacerlo. Se lo había prometido a Saeran... ¡mierda, mierda!

Estaba rabiosa, ¿por qué diablos no podía hacer las cosas a mi manera? La eliminaría de la faz de la tierra y luego me desharía de todas las pruebas. No se iba a enterar, pero... la puta promesa.

Mientras luchaba contra mis demonios, vi como salía una lágrima de los ojos de la castaña. ¿Estaba llorando?

—¿Qué mierda te pasa ahora? —pregunté enfadada.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora