Quiéreme [Parte I y Parte II]

3. Hard Caramelo

Nos encontrábamos en el sofá viendo la película. Al final optamos por ver una romántica. A Saeyoung le iba más la Ciencia Ficción pero pensó que yo preferiría Pretty Lady, aunque a decir verdad era más del estilo Hard Caramelo.

A pesar de todo  disfrutaba de la peli, de hecho parecía muy implicado en ella. Estaba emocionado. Era muy adorable así. Decidí darle conversación para tratar de abordar el tema que me interesaba.

—Oye, Seven, ¿te gusta alguna chica de la uni?

—¡¿Eh?! ¡claro que no! —titubeó—, ¿por qué iba a gustarme nadie? —Me miró enrojecido.

—A mí me gusta un chico.

—¡¿Qué?! ¿quién es? —Quería seguir haciéndome la interesante así que opté por hablarle de uno del taller de teatro que sabía que iba detrás de mí.

—No sé si lo conoces, se llama Zen y vamos juntos a teatro después de clase.

—Oh, sí. Es muy guapo y popular, es normal que te guste —se rió de forma débil bajando la mirada al suelo—. Le gusta a todas las chicas.

—De hecho me pidió una cita el otro día.

—¿Ah, sí? Qué bien...

—Pero aún no le di una respuesta. —Lo cierto era que ya sabía mi respuesta, era un no rotundo.

—¿Y... vas a decirle que sí?

—¿Tú qué me aconsejas?

—Yo... esto... creo que deberías salir con él, es un gran partido. Guapo y con carisma, el novio perfecto ¿qué más se puede pedir? 

—Ya, tal vez tengas razón —comenté.

—Sí...

—Pero nunca he besado a nadie... tengo miedo de hacerlo mal.

—¿Besado? —tartamudeó.

—Sí, imagina que toda la cita va sobre ruedas y al final quiere besarme, ¿qué pasa si la fastidio? Me daría mucha vergüenza...

—¡Claro! entiendo —se rascó la nuca—. No soy el mejor para aconsejarte en eso.

—¿Ah no? ¿por qué? ¿nunca besaste a una chica?

—¡¿Eh?! Pues... no, no lo hice.

—Oh, ¿qué tal si practicamos? Así no me sentiré tan incómoda cuando llegue el momento de la verdad.

—¡¿Practicar?! —abrió los ojos como platos—, ¿quieres... practicar conmigo?

—¿Qué hay de malo? Somos amigos, los amigos se ayudan, ¿no?

—Supongo, pero no sé si podré ayudarte en esto, ya te dije que no soy experto. —Parecía muy nervioso.

—Para eso practicamos, ¿no? Tú también podrías aprender para cuando quieras besar a una chica, ¿no querrás hacerlo mal?

—¡¿Qué?! ¡claro que no! Es decir... ¡ahh! —Observé su cara, estaba hecha un tomate.

—¿Qué te ocurre? Estás muy rojo.

—No es nada...

—¿Entonces lo hacemos?

—Uh... ¿hacerlo? ¡¿ya?!

—¿Por qué no? —Me aproximé a su rostro para plantarle un beso corto y casto en los labios. Umm... sabía dulce, como a miel. Sus mejillas estaban ardiendo. Cuando me despegué puso una mano sobre su frente tratando de tapar su sonrojo—. ¿Qué tal? ¿lo hice bien?

—¿Quieres que lo evalúe? —titubeó con nervios.

—¿Qué tal del uno al diez? —sugerí.

—¡Aghh! ¡Mejor paremos aquí, Hana!

—¿Qué pasa? ¿tan mala soy besando?

—¿Uh? ¡n-no! ¡no es eso! Es solo que... bueno...

—¿Um?

—Nada —respondió después de un rato—, debería irme. —Iba a levantarse cuando le tomé del brazo para impedirlo.

—Espera, aún no he terminado de practicar.

—¡¿Eh?! —Le agarré del cuello de la sudadera y volví a rozar mis labios con los suyos.

Ese beso fue más lento, sensual. Lo saboreé un poco más. Notaba su respiración irregular sobre mi boca. Sus labios eran suaves y sabían algo salados debido a las patatas Honey Buddha que tomaba a diario. Estiré un poco su labio inferior disfrutando de las sensaciones. Mi corazón latía descontrolado y la temperatura de nuestros cuerpos se elevó debido al cálido encuentro.

—¿Qué tal así? —interrogué.

—Uf... —Estaba sin palabras.

—Dime, necesito aprender, Seven.

—B-bueno... creo que podrías usar un poco la lengua la próxima vez. Como sugerencia, ya sabes... jaja.

—Oh, ¿así? —Le besé de nuevo colando poco a poco mi lengua en su boca, explorándola.

Puse una mano sobre su pecho y sentí los latidos frenéticos de su corazón. Me topé su lengua  que comenzó a moverse motivada por mis estimulantes impulsos. Me abalancé sobre su cuerpo en el sofá y se quedó tumbado debajo mía. Puso una mano sobre mi cintura con timidez y continuamos practicando un buen rato.

—¿Qué tal así?

—Muy bien... te pongo un 20 —se rió intentando recuperar el aire.

—¿Ah sí?

—¡Sí! lo harás muy bien con Zen... debería irme. —Se levantó con rapidez conmigo encima, colocándome sobre el sofá de nuevo y fue casi corriendo hacia la salida.

—¿Ya te vas?

—¡Sí! nos vemos, Hana, suerte con Zen.

—Gracias.

—No hay de qué, gracias a ti, digo...¡agh! ¡adiós! —Cerró la puerta y se metió a toda prisa en su piso.

Lo había besado y le gustó, estaba claro. Iba avanzando rápido pero todavía me quedaba mucho camino que recorrer. Tenía que lograr que admitiera sus sentimientos. No era una tarea fácil, pero lo conseguiría.