20. Aquí mando yo

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Seven

Estaba sobre ella en el asiento trasero del coche. Sonaba la canción "Goodnight Moon" en la radio y hacía calor, mucha calor. Sabía que era un ansioso pero la quería ya.

Cerré los ojos dejando que su lengua acariciase la mía. Un cosquilleo me recorrió todo el cuerpo, sentí su respiración agitada pegada a mi pecho y noté como me acariciaba el vello de los brazos colando sus manos bajo mi camiseta. Terminó por quitarla y besar mi torso con delicadeza. Cada toque me hacía temblar e imaginar cosas no aptas para menores, todas con ella de protagonista. Llevaba una falda rosa muy corta con pliegues y no pude resistirme a la tentación de meter mis dedos bajo ella, apretando su bonito trasero.

Suspiré. El beso continuaba haciéndose grande hasta que las bocas no daban más de sí. Noté cómo intentó apartarse para tomar aire pero no la dejé, no quería despegarme. Atrapé su boca una y otra vez devorando sus dulces labios de forma voraz. Sabían a Chupa Chups de fresa debido al bálsamo que solía llevar. Con cada beso que le daba quería decirle que la amaba. Que la deseaba... que quería todo de ella. Que llevaba tanto tiempo enamorado que ni siquiera era consciente hasta hacía bien poco y que ya no podía vivir sin sus labios. Y estaba desesperado porque me entendiese aunque nunca pudiera confesarme con palabras. Aunque mi vida fuera una mierda y algún día tuviese que renunciar a todo y sobretodo... a la persona que amaba.

Pero por ahora me centré en hacerla disfrutar, en darle todo lo que demandase y más. No quería que me olvidase cuando ya no estuviera, egoísta pero cierto. Por primera vez me preocupaba que alguien más me recordase, no quería pasar a ser un fantasma en vida, al menos para Hana, quería que esa intimidad que compartíamos de verdad significase algo.

Mordí y succioné su cuello en un arrebato de pasión y me imitó subiendo un nivel por encima del mío como si me estuviera retando. Era seguro que estaba rojo en ese instante, aquello me estimulaba demasiado. Sabía que amaba los desafíos por lo que cedí mordiéndola con más fuerza, dejando orgulloso mi marca sobre su piel. La escuché gemir de forma sugerente. Joder... aquello era música para mis oídos. Solo con escucharla me puso la piel de gallina y me empalmé tanto que se me salió del calzoncillo, rozándome con el vaquero. Intenté recolocarla pero fue más rápida. Percatándose de la situación apartó mi mano bajando la cremallera para liberar mi erección y empezar a tocarme. Ah, ese toque celestial...

Jadeé mientras continuaba besando su cuerpo, era tan suave y deliciosa... Su blusa blanca con un lazo en el pecho me estaba tentando demasiado. Quería deshacerlo ya para admirar sus preciosos pechos, eran perfectos, me gustaban demasiado, dios... quería comérselos. No aguanté más para tirar de ese lazo sin embargo me frenó poniendo una mano sobre la mía, desconcertándome.

—¿Qué ocurre? —me noté la voz ronca. Estaba demasiado excitado, quizás estaba yendo muy deprisa o... no, a ella le gustaba eso, ¿por qué me habría frenado? Mientras seguía esperando su respuesta me empujó alejándome, aprovechando para incorporarse.

Vi como se quitaba todo de una sentada en un abrir y cerrar de ojos, descubriendo su bonito cuerpo. Me bajó el pantalón a las rodillas y volvió a empujarme con pocos remilgos para recostarme sobre el asiento mientras se mordía la lengua de forma pícara. Se me subió encima mirándome como si me retase a decirle que no. Como si pudiera. Me quedé mirándola embelesado, probablemente tenía cara de tonto en ese momento pero no me importaba. Me mordí el labio observándola, supe que ella mandaba y me tenía a su disposición.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora