44. Sentimientos confusos

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El guapo desconocido gritó mi nombre al notar que estaba despierta, y le sonreí. ¿Cómo no iba a hacerlo con semejante bombón? Mi corazón nunca había latido tan fuerte por nadie. Me sentía viva.

Tenía una voz preciosa y unos ojos increíbles. Su cabello rojo fuego estaba alborotado y pensé que se veía muy tierno de esa forma. Llevaba una bata de hospital y tenía un pequeño rasguño en la frente. Debía de ser un paciente. Volvió a hablarme y pensé que me moría de la excitación.

—¿Estás bien? Por favor, ¡dime que te encuentras bien! —Analicé su rostro, parecía algo alterado. Para comportarse de esa forma deduje que debía conocerme. Su rostro me sonaba por alguna razón, pero no caía en la cuenta, por lo que le pregunté.

—¿Quién eres? —al pronunciar esas palabras, sus facciones se desfiguraron, quedándose en un estado de shock.

Después de un rato en silencio, retomó la conversación.

—¿No... no sabes quién soy? —titubeó con nerviosismo.

—¿Debería conocerte? Tu rostro me suena —indagué.

El chico cerró los ojos unos segundos y se dejó caer, apoyando sus rodillas en el suelo y la cabeza en la cama. Las lágrimas comenzaron a fluir por su rostro y no supe muy bien qué hacer.

—Es mi culpa... —murmuró entre llantos—, yo debería estar en esa cama, ¡no tú! —Dio un golpe al colchón. Parecía estar colapsando.

No entendía porqué la gente lloraba de esa forma, nunca empaticé con ese tipo de sentimiento, pero por algún motivo me produjo algo de lástima verlo de esa forma, así que acaricié su cabeza. ¿Estaba así por mí? ¿porque no lo recordaba?

En lo que seguía haciendo conjeturas, otro chico muy similar entró por la puerta. Tenía el cabello blanco, y los ojos verdes, era muy guapo, tanto como el primero, ¿podrían ser gemelos?

Aún así mi corazón no se agitaba de la misma forma con el último. Tal vez el pelirrojo era mi novio y no podía recordarlo.

—¡Hana! —el peliblanco vino hacia mí, nervioso y me tomó del rostro—. ¿Cómo estás?

—¿También te conozco? —respondí. Sus ojos se abrieron más de lo normal y miró al pelirrojo, que era un mar de lágrimas.

—¿No sabe quienes somos? —cuestionó. Vi cómo el aludido negaba con la cabeza, y este le agarró con violencia de la bata, haciendo que se incorporase—. ¡Qué mierda hiciste! ¡esto es tu culpa! ¡¿acaso no tienes ojos para ver la puta carretera?!

Sonó muy enfadado, mientras que el otro ni tan siquiera parecía tener fuerzas para contestar y continuaba llorando.

—¡Dime! —replicó el de los ojos verdes—. ¡¿Qué estabas haciendo para tener el accidente?! El del otro vehículo se mató, ¿lo sabías? —Di por sentado que se trataba de un accidente de tráfico y que había perdido la memoria. Toqué mi cabeza, notando una venda alrededor.

Un hombre de bata blanca entró en la habitación, encontrándose con el panorama.

—El tipo que conducía el otro automóvil iba en dirección contraria —aclaró—, por lo que no tendrán problemas legales. Por otro lado, la paciente se dio un golpe muy fuerte en la cabeza, que le provocó una amnesia disociativa y localizada. Ha podido olvidar algunos sucesos que le resultasen estresantes durante los últimos meses, pero podría recuperarlos en cuestión de minutos, horas, días, e incluso años. Sin embargo, nada lo garantiza.

—¡¿Qué está diciendo?! —chilló el peliblanco—. ¿Que tal vez, nunca recupere la memoria?

—Lo usual es que sí, pero podría pasar. Sin embargo tiene suerte de no haberse matado. El golpe le produjo una hemorragia muy fuerte. La paciente debería descansar, traten de no agobiarla demasiado en las primeras horas, es bueno que la ayuden a recordar, pero en este momento se encuentra delicada.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora