58. Actuando a escondidas

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Había algo en Saeyoung que me hacía querer besar sus labios hasta embriagarme con su sabor.

Su mera presencia me enviaba sacudidas de deseo por todo el cuerpo y los pensamientos lujuriosos se desataban. ¿Qué tenía ese hombre para lograr despertar así todos mis instintos?

Desde su cabello despeinado de un rojo fuego hasta esos ojos cristalinos, tan dorados, brillando con inteligencia, la cadencia de su voz, sus húmedos labios que me hacían demandar más, ese rincón escondido de la sexy garganta en el que podía beber su esencia y ese cuerpo celestial que parecía pensado para los placeres carnales.

Tomé su rostro entre mis manos y me dedicó una sonrisa, esa sonrisa que iluminaba su cara cuando me miraba, esa sonrisa matadora. Por no hablar del sonido de su risa... dulce melodía.

Sentía como si me estuviese volviendo a enamorar de él, mi corazón se aceleraba demasiado solo con verlo, sentirlo entre mis brazos superaba todos mis sueños, cuando estábamos juntos era como si no existiese nada más.

—¿Alguien quiere palomitas? —interrumpió el gemelo, el cual había olvidado que seguía ahí.

—Solo quiero devorarla a ella —contestó su hermano mordisqueando la cavidad de mi cuello—, me pones tan duro —afirmó en un hilo de voz.

—Todo esto sería fantástico si pudiese participar, ¿no creéis? —siguió Saeran.

—Uhm, no sé, ¿te lo mereces? —le dediqué una sonrisa burlona y a continuación repasé la garganta del pelirrojo con la lengua, recreándome con lentitud.

Pude ver como las mejillas del peliblanco se encendían.

—¿Te he dicho ya lo que me gusta tu lengua? —Saeyoung tenía la voz ronca y excitada—, en todas partes...

—¿De veras? Creo que a él también —afirmé refiriéndome al gemelo, que tenía el rostro hecho un tomate.

Vi como tomaba un trago para refrescarse y me reí. Comencé a desabotonar la camisa del chico que tenía debajo y no dudé en lamer sus perfectas abdominales una a una.

Llevaba el sujetador bajado, dejando mis pechos al aire, que rozaban cada parte de su cuerpo hasta llegar a su verga, tan curvada hacia arriba, tan apetitosa, con las venas bien marcadas.

—Ah... —gimió al sentir como las friccionaba alrededor, proporcionándole un masaje bastante excitante.

—Mierda, Hana —se quejó el peliblanco mordiéndose el labio. Su pantalón parecía a punto de explotar.

Descendí abajo hasta quedarme de rodillas en el suelo y Saeyoung se incorporó, quedándose sentado.

Deslicé mi lengua por su dureza al tiempo que la apretujaba con mis senos y este inclinó la cabeza hacia atrás, tirando de mi cabello y gimiendo sin contenciones.

—¡Ah,sí! ¡así, preciosa! —sus jadeos resonaban en toda la habitación, si bien la música rhythm and blues alternativo que había de fondo los cubría bastante bien.

Apreté sus testículos con suavidad siguiendo con lo que hacía, observando al chico de ojos verdes que me dedicó una mirada depredadora sobre mi cuerpo, con la sangre ardiendo de deseo.

Sus manos rozaron de forma instintiva su erección y se bajó la cremallera, dejándola a la vista, tan dura y húmeda.

Se masturbó con fuerza mientras examinaba el ardiente escenario, gimiendo de placer.

Me levanté quedándome de pie frente a Saeyoung y este fue directo a engullir mis pechos, chupeteando y mordiendo los pezones con ansias. Los apretaba con las manos y una de ellas recorrió mi espalda para desatar el sostén con habilidad.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora