34. Te necesito

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Estábamos en un gran aprieto. Si la policía comenzaba a hacer pesquisas sobre el caso de Seok y tiraban del hilo, podrían descubrir mucho más de lo que desearía. Además, Saeyoung correría un gran peligro si lo llegasen a relacionar con el crimen. No lo podía permitir, haría lo que fuera para protegerlo.

Pero lo peor de aquello era que no tenía la situación bajo control. El melenas fue el que se encargó de ese crimen. Tal vez debería tratar de interrogarlo para averiguar cómo se libró del cadáver. Era algo que de verdad me preocupaba, ¿y si no hizo bien su trabajo?

Continuaba en mi mundo cuando alguien me arrancó el móvil de las manos. Cuando me giré, vi al cabrón que dominaba mis pensamientos en ese momento. Lo odiaba.

—¿Qué diablos haces con este móvil? ¿ibas a delatarnos? —Me echó una mirada intimidatoria, como si aquello funcionase conmigo. Me crucé de brazos, devolviéndosela, no me asustaba—. Escúchame bien, me importa una mierda que el agente tenga estúpidos sentimientos por una chica como tú, no confío en ti, estás loca.

—¡Es mi móvil! ¡devuélvemelo! —Iba a cogerlo de nuevo cuando lo elevó en el aire, aprovechando que era bajita.

—¿Es tuyo? Pensé que era del otro loco, ya que estaba en su bolsillo cuando se lo quité. —Desconfiaba de mis palabras y me estaba cabreando.

—¡Sí! ¡es mío! ¡dámelo! —Al ver que hizo caso omiso a mis palabras le agarré del cuello de la camiseta morada que llevaba con violencia y lo amenacé—. Devuélveme mi puto móvil, ¿o acaso quieres otra patada en la entrepierna?

—Dáselo, madam, es suyo. —Saeyoung entró en la habitación, debió escuchar nuestros gritos desde lejos. Me aparté de él con rapidez y puse la palma de la mano hacia arriba, esperando a que me devolviese lo que era mío.

—No confío en ella. —El capullo no se rendía—. Podría llamar a la policía y decirles que tenemos al loco secuestrado, además de otras cosas... —Calló y sabía el motivo. Saeran no debía enterarse de lo de Seok—. ¿No ves la gravedad de la situación, agente?

El peliblanco, que estaba presenciando la situación en todo momento, carraspeó la garganta haciéndose notar.

—¿Vais a desatarme de una puta vez? Tengo que hacer mis necesidades —resopló.

—Dale el móvil a Hana —el pelirrojo respondió al melenas, ignorando a su gemelo—. Yo sí confío en ella.

—Claro, porque eres un imbécil, que ves corazoncitos de amor rodando alrededor suya. Te tiene hechizado, ¡despierta de una vez!

—¡E-eso no es cierto! —titubeó, con la cara roja—. ¡No veo corazoncitos! ¡no seas infantil!

—No, solo vomitas el puto arcoiris, y ahora desátame. —Saeran volvió a meterse en la conversación, sin rendirse en su cometido.

—El loco tiene razón, vomitas arcoiris por ella. Eso no es bueno —el castaño continuó hablando con Saeyoung—. Deberás dejarla atrás, ¿no te das cuenta?

Ese estúpido estaba metiéndose en la boca del lobo, no lo soportaba. Apreté los puños y fui a abalanzarme sobre él para arrebatarle el teléfono de las manos, sin embargo Saeyoung me detuvo, colocando el brazo sobre mi estómago de barrera.

—¿Qué haces? ¡quita! ¡voy a recuperar mi móvil! —Traté de apartarle el brazo y este me agarró de la cintura con una fuerza que desconocía, apretando mi espalda contra su pecho.

—Ya basta, Hana. La madam te dará el móvil, ¿verdad? —miró a este último, que se cruzó de brazos sin predisposición a colaborar.

—Me importa una mierda que tengas secuestrado a Saeran —solté, sin ninguna delicadeza—. Solo quiero volver a casa.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora