12. Loco por ella

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Seven

Me gustaba la forma en la que me miraba como si solo existiéramos nosotros en el mundo. Me encantaban sus labios, su sabor contra los míos, el aroma de su piel... delicioso, ella lo era.

Eso pensaba mientras mis manos se encargaban de desnudarla de forma automática y un cosquilleo recorría mi parte baja. Mis labios acariciaban su suave piel. Era hermosa... era tan hermosa que sentía que mi corazón va a explotar.

¿Desde cuándo me sentía así? ¿por qué mis latidos se aceleraban solo con mirarla? ¿por qué no podía sacármela de la cabeza? ¿y por qué me dolía tanto al tratar de alejarme? ¿por qué no podía hacerlo? Era un egoísta... un maldito egoísta que se estaba dejando llevar por sus impulsos sin pensar en las consecuencias.

Cogí aire al notar sus dedos por mi cuerpo. El vello se me erizaba cuando me abrazaba y me besaba, buscaba una y otra vez sus labios, necesitaba su calor, la necesitaba. Todo mi cuerpo lo hacía.

En las últimas semanas no había podido evitar fantasear con cómo sería tenerla entre mis brazos. Empezaba a dolerme ahí abajo, mi bóxer apretaba demasiado y parecía notarlo porque se encargó de deshacerme de él sin pensarlo dos veces. Percibí sus manos ahí, dónde más lo requería y sentí como si se me abrieran las puertas del cielo solo con su tacto.

Cuando estaba con Hana la oscuridad que había en mí se desvanecía. Me hacía sentir bien, más que bien, me hacía sentir...

No. Olvídate.

Solo era una noche, una noche de diversión... sí, eso es.

Traté de autoconvencerme para no sentirme culpable por lo que estaba a punto de hacer, porque sabía que ya no podría parar, no con Hana.

Me quedé mirándola y suspiré. Era demasiado para mí, no podía resistirme. Sus pezones estaban tan duros que tuve que manosearlos y apretarlos. También quería probarlos y me recreé con la lengua llegando a morderlos sin poder aguantarme. La escuchaba gemir y gemir, y cada vez estaba más caliente.

¿En qué estabas pensando, Saeyoung? no era solo una noche, lo sabías.

Nunca había experimentado eso por nadie. Ocupaba todos mis pensamientos, cada día, hora, minutos, segundos... Jamás me había sentido así.

¿A quién quería engañar? Me volvía loco. Y su cuerpo también. No sabía dónde poner mis manos. Quería tocarla en todas partes, lo quería todo. Estaba ansioso. Mi pecho martilleaba con intensidad sobre el suyo. Decidí agarrarla de los muslos y levantarme del sofá.

Sus perfectas piernas se enredaron en mi cadera y mi erección rozaba su intimidad. Me dirigí hacia el dormitorio sin poder parar de besarla.

La tiré sobre la cama de forma brusca y antes de que pudiese abalanzarme sobre su cuerpo puso las manos en mis hombros para detenerme.

Me miró desde arriba, de rodillas sobre la cama con esos ojos que me derretían y vi cómo comenzó a pasar su lengua por mi torso. Suspiré de la excitación y me sonrió de forma pícara. Sabía que era incapaz de resistirme.

Continuó descendiendo con lentitud hasta llegar a mi hombría.

—¡Hmm! —gruñí de placer sin poder contenerme y eso parecía divertirla, ya que soltó una pequeña risa antes de continuar con su labor. Su lengua juguetea conmigo sin contenciones. Sin duda hacía lo que quería conmigo y se sentía tan bien...

No quería que parase, quería más. Quería abrazarla y amarla toda la noche y que esta durara para siempre. Quería que fuese mía y de nadie más.

Quiéreme [Parte I y Parte II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora