Quiéreme [Parte I y Parte II]

10. Yo soy más peligrosa

Me encontraba en la universidad, en la asignatura de teoría política contemporánea. Cuando empezó el descanso entre clases aproveché para ir directa hacia mi objetivo, esa zorra llamada Haruka.

Quería averiguar todo sobre el asunto que tenía con Seven y deshacerme de ella. Estaba sacando algo de su taquilla y me choqué adrede, haciendo que se le cayeran los papeles. La miré disculpándome.

—Vaya, qué torpe, perdona...

—No te preocupes.

No lo hacía, puta.

Vi cómo se agachó para recogerlos e hice lo propio, fingiendo cordialidad.

—Gracias. —Nos levantamos y le di los papeles que había agrupado—. Por cierto, mi nombre es Hana.

—Encantada, yo soy Haruka.

—Lo sé.

—¿Ya lo sabías?

Si supiese que me sabía hasta su DNI...

—Bueno, lo cierto es que te vi hablando con mi amigo Seven el otro día.

—Oh, ¿él te habló de mí?

—Algo así. Por casualidad, ¿no te gustará?

—¿Qué? Bueno... es un chico guapo. —Has dicho las palabras prohibidas, maldita estúpida.

—Ya veo. ¿Y cómo os conocisteis?

—¿Eh? ¿por qué te interesa saber eso?

—¿Por qué no?

—Esto, debería irme a clases, llegaré tardé.

—¡No! —exclamé subiendo el tono de voz. Parecía asustada, eso me divertía, pero lo cierto es que debía ser menos agresiva para conseguir mi objetivo. Bajé el tono tratando de aparentar amabilidad—. Quiero decir... pareces una chica maja, me gustaría hablar un poco más contigo. Apenas tengo amigas aquí, ¿sabes?

—¿Ah, no?

—No... ¿qué te parece si nos vemos en la azotea mañana, en el descanso, y nos conocemos mejor?

—No sé si...

—Vamos, será divertido. —Sobretodo para mí.

—Está bien.

—¿De qué habláis? —Seven irrumpió en escena.

—Nada importante, ¿verdad, Haruka?

—No, debería irme. —Esta última se esfumó en un abrir y cerrar de ojos.

—¿Qué hacías hablando con ella? —insistió.

—¿Por qué lo dices, Seven?

—Porque ni siquiera sabía que os conocíais.

—Nos hemos conocido hoy, ¿por qué? ¿tú la conoces bien?

—¿Eh? no... yo no... apenas la conozco. —Si bien su voz trataba de sonar neutral, sus ojos no me engañaban. Me estaba mintiendo. Ellos compartían un secreto que supuestamente yo desconocía. Algo privado. La odiaba.

—¿Qué me estás ocultando? —presioné para que me lo contara.

—¿Qué? No es nada de eso, Hana.

—No te creo. —Se quedó mirándome unos segundos y me respondió de forma cortante.

—Cree lo que quieras. —Su tono despectivo y sus palabras me sentaron como puñales en la espalda. Sin embargo, pude ver cierto arrepentimiento en su rostro por lo que acaba de soltar. Esa era una oportunidad excelente para hacerlo sentir culpable—. Hana... —Reanudó la conversación tratando de arreglar lo que había dicho, pero no se lo iba a poner fácil.