#10: Cielos Despejados

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Las amigas de mi madre habían venido a visitarla desde la ciudad. Hubo ajetreo en la casa desde muy temprano, debido a que debían preparar las habitaciones para hospedarlas, el cocktail y las comidas. Me escabullí entre el tumulto de gente y saqué mi auto del garage sin que ninguno de mis padres no lo notara. Más tarde el sitio estaría lleno de otros coches, así que incluso si se daban cuenta de mi ausencia, quizás no notarían que me había llevado el auto sin permiso. A pesar de que ahora me dejaban conducir a la escuela, mi padre seguía siendo un hombre estricto, y prefería que no lo usara durante los fines de semana, y mucho menos cuando iba de fiesta. Yo no era estúpido, no iba a beber y conducir, pero él se había hecho un hábito de no confiar en mí.

A esa hora de la mañana no había mucho que hacer. Rocha debía de estar dormida todavía, pasando la resaca, ya que había tenido una 'noche de chicas' con sus amigas, y de todas formas, tenía ganas de estar sólo. Supuestamente Primor tenía mucho que ofrecer en cuanto a vistas y naturaleza, y aunque ya llevaba un par de meses allí, no había visto mucho más que la playa. Así que tomé mi guitarra acústica, la metí en el asiento de atrás, y abrí la aplicación de mapas en mi teléfono para ver que tenía que ofrecerme el pequeño pueblo. Me sorprendí al ver que había una reserva nacional de más de cuatrocientas hectáreas, aunque sólo un cuarto de ellas estaba abiertas al público. Con seguridad, allí podría encontrar un lugar tranquilo para tocar un poco de música. Dudaba mucho que fuera a encontrarme con alguno de los chicos por allí, y siendo un sitio tan grande, era casi seguro que podría sentarme en un lugar por mi cuenta, sin que nadie me molestara.

El camino hacía allá fue tranquilo en su mayor parte, aunque luego de un rato el cemento abrió paso a una calle de tierra y tuve que cerrar el techo de mi auto para que no se llenara de polvo. Había unos cuantos autos en el lugar, no demasiados, pero era evidente que se iría llenando más mientras fueran pasando las horas. La entrada era gratuita y se pedía una cooperación voluntaria, así que saqué un billete de mi billetera y se lo di a la mujer de la entrada, quien a cambio me pasó un mapa y me deseó un buen día. Le sonreí algo tarde, no estaba acostumbrado aún a la amabilidad pueblerina. En cambio, mis reacciones seguían siendo las de un chico de ciudad que está acostumbrado a dar y recibir indiferencia. Además, no sólo era que me hubiera tomado desprevenido, sino que su sonrisa me había recordado a... Sunny. La noche anterior había sido larga, pasando en vela la mayor parte de ella pensando en si debía o no debía seguirlo de vuelta, y que consecuencias habría si lo hacía. En algún momento decidí que no supondría problema hacerlo. Seguía a muchísima gente, más de la que podía llegar a conocer, y dudaba que alguien se tomara la molestia de revisar mis contactos uno por uno hasta dar con él. En cualquier caso, ya le había dicho a los demás que estaba ayudándolo con sus estudios, tenía la excusa de que usaba la aplicación para comunicarme con él porque no quería darle mi teléfono. En contra de mi voluntad también seguí su cuenta de arte; para eso no tenía excusa, pero luego de verlo dibujando todos los días en la escuela, me había hecho adicto a los patrones y garabatos que hacía, y ver sus trabajos terminados me había puesto muy feliz. Apreciaba mucho el arte, pero eso era algo que también prefería guardarme para mí.

Al darme cuenta de que había estaba caminando sin rumbo, tomé el mapa e intenté ubicarme en él. Si estaba en lo correcto y la gran casona que veía en el dibujo era la recepción que estaba unos metros a mi izquierda, eso quería decir que a alrededor de un kilometro había una laguna grande marcada como 'Laguna Verde' y un poco más allá, entre dibujos de árboles y más apartada, otra más pequeña que en comparación parecía una poza, llamada 'La Acuarela'. Me puse en camino entonces, pensando que, de las dos, esa estaría más vacía. De hecho, el nombre ni siquiera estaba escrito sobre ella, sino que en la columna de la derecha en letras pequeñas, junto a los baños y los kioskos de comida. Al llegar allí me di cuenta de que tenía razón. La laguna verde, que había pasado unos cientos de metros más allá, era preciosa, con el agua del color del jade y tan grande que la orilla opuesta se veía como una línea difusa al otro lado del agua. El único problema era que, incluso a esa hora de la mañana, estaba repleta. En cambio, cuando llegué a 'La Acuarela', el sitio estaba completamente vacío, quizás por sus orillas de piedra, o porque estaba demasiado escondida entre el follaje, pero no tenía nada que envidiarle a su hermana grande. El agua era del mismo color, y las piedrecillas en el fondo hacían que otros cientos de tonalidades se colaran entre las aguas. A primera vista esto no se notaba, pero si te dabas el tiempo, estaba allí para contemplar. Era el sitio perfecto.

Parcialmente Nublado / ¡Ganadora Wattys 2021!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora