Durante los primeros días de la semana estuvimos preparando panfletos y otras cosas para la protesta. Teníamos planeado hacerla durante el fin de semana, para que más personas pudieran acudir, y mientras tanto, habíamos estado contándole a todo el que quisiera escuchar lo que estaba pasando realmente con el centro comercial, las ranitas de Primor, y las napas de agua subterránea. Algunas personas nos prestaban atención y parecían interesados en asistir, pero la gran mayoría nos evitaba o simplemente nos decían que no estaban interesados. Quizás seríamos pocos cuando llegara el momento, pero teníamos que intentarlo de todos modos. Blas había hablado con su mamá y ella había prometido hacer algunas llamadas a la prensa para cubrir el tema, siempre y cuando Blas prometiera seguirle la corriente en cuanto a cuándo se habían enterado de lo que su esposo estaba tramando. Aunque no me parecía el juego más limpio, aceptamos, y nos mantuvimos ocupados todos los días después de la escuela pegando volantes, pintando carteles y preparando el discurso que daría Vi.
Pero tenía otros problemas encima.
Papá había estado llamándome incesantemente desde que estábamos en la ciudad, y aunque había hecho lo posible por ignorarlo, parecía que no tenía ganas de rendirse. Al parecer, había recuperado su teléfono, y eso me hacía suponer también que estaba libre. Esperaba que hubiera vuelto a la ciudad, pero algo me decía que no era así, por lo que sentía una gran paranoia en cuanto a encontrármelo por la calle. Por alguna razón, jamás apareció por casa, pero el teléfono sonaba y sonaba durante toda la tarde, y solo cesaba cuando anochecía, pues él sabía que mi abuela podría oírlo. Desde esa hora, en cambio, volvía a llamar a mi celular. Tenía cientos de mensajes desde su número, todos diciendo básicamente lo mismo: me extrañaba y quería verme, sentía mucho todo lo que había pasado, pura mierda, para variar. Esperaba que no se hubiera acercado tampoco al hospital, donde tenían a mamá. Sería mucho más difícil concretar una visita con ella si él andaba por ahí creando problemas, y eso sí que no se lo perdonaría.
—¿Qué ocurre? —me preguntó Blas una mañana al desayuno—. ¿Está mal tu desayuno?
—Es papá —le dije, mostrándole el teléfono—. Sigue llamando y enviando mensajes. Ya no sé qué hacer para que se detenga.
—¿Y si lo ves? —propuso.
—¿Estás loco? —pregunté—. ¿Por qué querría verlo? Sólo lo haré delante de un juez, cuando mi abuela tenga tiempo para sentarse a hablar con el abogado que le asignaron.
—Porque quizás te dejaría en paz —insistió—. Podrías dejar que hable, asentir en los momentos correctos y luego dejarle claro que no quieres saber nada de él. Y si eso no funciona, bloqueas su número.
—Podría bloquear su número ahora mismo y ahorrarme el problema.
—Sí —estuvo de acuerdo—. Pero eso también podría significar que viniera hasta acá si no encuentra una forma de contactarte.
Tenía razón. Quizás lo mejor si era hacerle frente y luego mandarlo lejos, como debía haber hecho mamá. Había hecho mi mejor esfuerzo para no pensar en ella, como cuando era pequeño y mi abuela me prometía día a día que ella regresaría al día siguiente. Pero no me resultaba tan fácil como entonces. Por un lado, sentía algo de resentimiento hacia ella por volver a caer en la misma trampa, mientras me sentía como un imbécil por dejar que ese tipo de ideas se me cruzaran por la cabeza, y por el otro, sabía que mamá no volvería al día siguiente, ni al que seguía a ese, ni ningún día al menos por unos meses. Cuando uno es pequeño se cree fácilmente lo que le dicen, y en ese entonces no sólo le había creído a mi abuela cada día sobre cuándo volvería mamá, sino que también le había creído a ella que mi papá no era tan malo como creía, que me quería, que llamaba cuando estaba dormido, que vendría a verme. Ahora ya nadie se esforzaba en decir aquellas mentiras, y eso significaba que no me quedaba nada en lo que creer.
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Parcialmente Nublado / ¡Ganadora Wattys 2021!
Teen FictionLa vida le sonríe a Sunny, un chico risueño que ha vivido toda su vida en un pequeño pueblo costero que recientemente ha ganado popularidad entre los turistas. Él y Violeta son los mejores amigos desde que tienen memoria, y aunque sus vidas no siemp...